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Creando personajes: «El libro endemoniado»

Hace bastante tiempo que no utilizo el blog para hablar de cosillas un poco más técnicas, así que voy a aprovechar uno de los mejores momentos del año para ello. Pero espera un segundo, ¿por qué es este un momento mejor que cualquier otro? Pues, amiga mía de mi corazón, porque hace tan solo unos días que se puso a la venta «EL LIBRO ENDEMONIADO», es decir, el maravilloso cómic que he tenido el placer y el gusto de poder hacer junto a Alicia GM y editado por Norma editorial en su sello Astronave.

Entonces, antes de nada, ten en cuenta una cosilla: este pequeño texto puede contener ciertas trazas de spoiler. Si no has leído todavía el cómic (algo posible dado que ha salido hace muuuy poco), deberías leerlo con responsabilidad. Tampoco es que vaya a destriparte nada totalmente imprescindible para la trama, peeeeeero yo qué sé, hay gente que prefiere no saber nada de nada antes de abrir el libro.

De todos modos, en esta ocasión solo voy a contarte cómo abordé la creación de personajes, en qué momento y cómo fue variando el proceso. Así que nada, toma asiento porque esto no se detiene.

EL NACIMIENTO DE LAS HISTORIAS

Ya comenté en un texto de hace unos años que algunas historias surgen muchos años antes de que lleguen a convertirse en algo tangible. Este es uno de esos casos: «El libro endemoniado» nació en 2018 como una propuesta para la revista «A viñeta de Schrödinger» que se estuvo publicando entre 2018 y 2021.

Sin embargo en la revista no cuajó, la premisa era que las historietas que contenía fuesen autoconclusivas (limitación que luego incumplieron varias autoras) y con esto yo quería hacer algo episódico con continuidad, así que nada, se descartó y se fue al cajón de «ya aparecerá un buen momento». Estuvo en ese cajón un tiempo, salió un par de veces a probar suerte, pero nada, no sería hasta abril de 2023 que cayó en manos de Alicia y pasó a convertirse en algo con posibilidades.

La trama apenas sufrió modificaciones desde los primeros apuntes hasta la forma final, pero sí que hubo una serie de ajustes que responden a mi forma habitual de trabajar:

  • A pesar de que escribo escaletas bastante desarrolladas (en cine podríamos estar hablando de tratamientos), jamás escribo el guion entero de golpe. Paso una escena a la dibujante y, cuando la está terminando, me pongo con la siguiente. ¿Por qué? por varios motivos diferentes: el primero es que eso me permite (si lo quiero o si lo necesito) compaginar varios proyectos a la vez intercalando fases de escritura propiamente dicha entre sí o mezclando fases diferentes entre un proyecto y otro. El segundo es que cuando recibo páginas comprendo mucho mejor el aspecto visual que está teniendo todo, cada escena, cada personaje, cada narrativa… Eso me permite continuar adaptando mi escritura y afinándola a las posibilidades de la dibujante. El tercero es que dejando espacios entre hacer una escena y la siguiente, oxigeno mucho más mi cerebro.
  • Esta historia tiene una estructura nuclear, es decir, sigue una forma determinada hasta un suceso que acontece más o menos a la mitad (en el núcleo) y, a partir de ahí, aunque seguimos en una trama de búsqueda todo se transforma. Pues bien, esto ya estaba así pensado, pero hubo que cambiar varias cosas que solo entenderás cuando leas el cómic y que se explican con una sola palabra: Baelor. Su diseño, su movilidad, su carisma y su atractivo hicieron que todo lo que estaba a priori sobre el papel hubiese que cambiarlo.

Explicado todo esto, creo que ya es hora de meternos en lo que veníamos a hacer aquí: hablar de la creación de personajes.

MONTANDO PERSONAJES EN VITERLAND

Imagino que a nadie se le escapa que lo primero de todo en este caso es tirar de arquetipos clásicos en los mundos de fantasía. Hay unos cuantos de esos en este tebeo y todos tienen orígenes muy al uso. El grupo principal de aventureros: un guerrero, una aventurera y una maga, podrían componer el plantel principal de cualquier videojuego arcade de ambientación medieval del estilo de Golden Axe o los Beat’em ups de Dungeons & Dragons. Scroll lateral, avanzar siempre hacia adelante dando mamporros a todo tipo de enemigos y diferentes estrategias en función de las habilidades de cada uno.

Utilizar un arquetipo ajustado a las expectativas de cualquiera que se aproxime funciona especialmente bien en determinadas ambientaciones. Si uno piensa en una historia de superhéroes urbanos con «problemas de la vida real» enseguida podría imaginar a un tipo que tiene algún tipo de accidente que le descubre un poder oculto y empieza a utilizarlo para ayudar a sus vecinos cubriéndose la cara con un pasamontañas.

La base, las primeras pinceladas, el modelo originario, lo hemos leído en inglés, en español, en francés o en japonés y lo seguiremos leyendo una y otra vez.

Pero no basta con coger el arquetipo tal cual, mi amiga del alma, tal y como expliqué hace tiempo en este otro artículo, es imprescindible cincelar la base escogida o correrá el riesgo de convertirse en un estereotipo. Es decir, hay que añadir matices que hagan de cada uno de ellos algo similar y, a la vez, diferente y único porque si no su voz quedará diluida, nos resultará aburrida o incluso una mala copia. Y eso no nos gusta.

De ahí que lo más relevante en este sentido es escoger la manera de añadir esos matices con los que poder trabajar ese barro.

Existen multitud de teorías acerca de la creación de personajes que nos permiten llevarlos más allá del arquetipo en bruto: se puede trabajar desde un conocimiento profundo de sus motivaciones teniendo en cuenta que dos personajes similares no actuarán de igual forma en función de las necesidades que tengan cubiertas (la clásica pirámide de Maslow) o si les motiva más el buscar un beneficio social o su propio beneficio, por ejemplo.

También tenemos teorías extensas (y cada vez más desarrolladas) como la construcción a través del eneagrama de la personalidad. Si nunca has oído hablar de esto pues… es una teoría dentro de la psicología (muy en discusión) según la cual existen nueve eneatipos que definen nuestro carácter y, a su vez, tres subtipos para cada uno, lo cual nos deja con nada menos que veintisiete modelos iniciales desde los que partir.

Más allá de si yo creo en el eneagrama como algo real o no (algo que es del todo irrelevante), propone un sistema arquetípico súper rico y lleno de matices que puede funcionar muy bien como punto de partida. Algo que también aplica a los famosísimos arquetipos de Jung, a las dieciséis personalidades del sistema Myers-Briggs o, como cuenta Hirohiko Araki (sí, el de los JoJo’s) en su manual para hacer manga, el horóscopo.

En «El libro endemoniado» hay una pequeña mezcla de dos conceptos.

A la hora de montar a Gregor la idea principal era que fuese un tipo valiente con exceso de confianza en su fuerza bruta. Para Gregor no hay nada que no se pueda solucionar a golpes porque siempre lo ha hecho así y, de momento, no le ha ido mal del todo. Ese punto de partida lo tenía clarísimo, solo me faltaba moldear un poco y para ello tomé una clara referencia de la vida real.

Un inciso rápido: sí, las guionistas hacemos eso todo el rato, recogemos cualidades, habilidades, formas de expresarse, frases sueltas, movimientos y demás cosas de la gente que vamos conociendo y que va formando parte de nuestras vidas. Es algo que solemos hacer de manera consciente (o a veces inconsciente) o que también aprendemos en manuales tan marvillosos como «El arte de crear personajes» de David Corbett.

Esa referencia para Gregor es mi hermano por su forma tajante de hablar en las situaciones de tensión, por ser capaz siempre de enfrentarse a cualquier peligro de la forma más impulsiva posible y por no importarle resultar un tanto despreciativo con tal de dejar clara su opinión. Gregor tiene ese punto de lanzarse sin pensar a lo que sea y una fuerte tendencia a ser poco dialogante si un debate se alarga más de tres o cuatro frases.

En Viv hay una ingenuidad loca de una compañera de clase que tuve en mis veinte. Una persona que es pura ilusión por vivir y con una tendencia que incluso puede llegar a ser cargante porque es capaz de soltar una frase motivacional en la peor de las situaciones posibles. Pero además de esa persona y del arquetipo de aventurera saltimbanqui, cuando pensé en Viv quería que fuese una crítica general al positivismo de taza y póster… Y sí que puede llegar a serlo un poco, pero creo que acabó convertida en alguien tan tremendamente adorable que se ha convertido en mi personaje favorito del libro y, tan es así, que la llevo tatuada en mi brazo izquierdo.

Para Lenore me inspiré en una alumna a la que di clase hace ya unos años. Es alguien con un potencial muy alto y con un gran sentido de la responsabilidad y súper organizada, pero a la vez es alguien con una tremenda inseguridad que la lleva a sentir demasiados episodios de bloqueo que le impiden disfrutar mucho más del proceso.

Baelor, sin embargo, se sale del sistema de mezclar un arquetipo clásico con una referencia de la vida real. Para nuestro demonio bailarín me funcionaba mucho mejor recurrir al eneatipo número 7 en su grado más alto de pureza. El archiduque del infierno es pura fiesta y pura diversión, quiere estar siempre de juerga, siempre bailando, cantando y viviendo la vida al máximo. De ahí que sus mayores enemigas sean la rutina, el tedio o las cadenas. En este caso nada podía funcionar mejor para mí.

En la mayoría de casos, escoger esas referencias reales mezcladas con una base arquetípica clásica me ayuda a definir mucho mejor la voz de cada personaje. Ya no es solo una cuestión de personalidad, es un tema de idiolecto, de ser capaz de imaginar cómo respondería cada uno de ellos ante la misma situación y que esa reacción tenga en cuenta varios factores respaldados por esa construcción previa.

Hay algo que suelo repetir muchísimo en clase y en lo que incido año tras año: el verdadero motor de la acción es la reacción.

Un atracador entra en un banco, dispara un tiro al aire y grita: ¡todo el mundo al suelo!

Es una acción potente, directa e impactante, pero por sí sola no construye trama. Es lo que ocurre a partir de ahí lo que pondrá en marcha la acción. Un personaje puede reaccionar lanzándose a por el asaltante jugándose la vida. Ahí estamos en algo trepidante, pura adrenalina.

Otro personaje diferente puede gritarle que deje de montar tanto escándalo y que se ponga a la cola que los demás también tienen cosas que hacer. Y estamos en una parodia, hemos marcado tono y la reacción ha marcado el camino a seguir y ha preparado el terreno para otra reacción más o para desplazarnos a una acción nueva.

Con todo ello a lo que voy es: si de verdad quieres conocer a tus personajes, si quieres manejarlos de forma coherente, debes tener claro cómo reaccionarían ante cualquier situación posible. Para saberlo puedes tirar de arquetipo y complementar esa base, ese perfil de inicio, con gente a la que conozcas bien, que sean tus amigas, tus enemigas o incluso la gente que más te irritaba en tu infancia.

Esa combinación ayuda a construir una voz y, desde ahí, siempre es mucho más sencillo plantear un arco de transformación o un aprendizaje. Pero sin esa labor, si no llegamos a generar una voz peculiar, es fácil caer en un personaje que parezca un cascarón vacío.

Y, por supuesto, no se puede olvidar otro factor importantísimo sobre todo si estás haciendo cómic: Gregor, Viv, Lenore, Baelor y todos los demás, jamás hubieran sido iguales si los hubiese dibujado otra persona. Son lo que son, además de por toda la labor de construcción de su voz, por toda la elaboración estética y la manera de manejar su gestualidad ligada con su personalidad tan bien trabajada por parte de Alicia.