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¿Feliz día del cómic?

Hoy se celebra en España el tercer día del cómic de manera oficial (más otro que se hizo a modo de prueba sin tener todavía la oficialidad).

La cuestión que posiblemente sobrevuele sobre nuestras inquietas cabezas es: ¿ha servido de algo? Pues… está genial que me hagas esa pregunta, querida amiga, porque así puedo responderte tirando una vez más de arraigo regional: depende.

Porque sí, todo esto no deja de ser una cuestión de perspectiva. El éxito del día del cómic (o de cualquier otra efeméride de este tipo) siempre se valora con informes, comparativas, preguntando dentro y fuera del sector y buscando, por ejemplo, la cantidad de impactos que producen en prensa las palabras clave «día del cómic» y «cómic».

A nivel repercusión generalizada, es decir, la cantidad de gente más o menos profana que durante estos días se ha enterado por algún medio de que el 17 de marzo lo dedicamos a celebrar las viñetas es, sin duda, mucha más.

Con una sencilla búsqueda se encuentran reportajes en medios nacionales, regionales y locales. Puedes leer algo al respecto en las cabeceras ideales para señorones de domingo de puro, misa y comilona, y también en diarios vigueses de tiradas pequeñitas.

También se habla en radio e imagino que a cuenta de alguno de los actos con políticos que se realicen a lo largo del día hasta se podrán ver piezas en la tele.

Estaría genial que alguien lo midiese, es decir, que alguien recopilase las noticias referidas a la celebración en los últimos cuatro años y se viese el incremento. Mira, un día de estos que me aburra lo haré yo mismo.

El tema es: ¿el día del tebeo es solo una herramienta promocional? No. O más bien: no debería. Ahora, que nadie le reste ni medio gramo de importancia a todo ese interés mediático. Si alguien se lo quita es que no termina de entender que aun con todo lo que beneficia ese interés, estamos a años luz de tener una buena visibilidad como sector cultural y todo lo que se haga entra dentro de lo urgente más que de lo necesario (que se da por supuesto).

Además de promocional, la fecha ha servido y sirve para que un Ministerio y una Dirección General pongan fecha a encuentros sectoriales en torno a una mesa de trabajo que lleva reuniéndose tres años consecutivos y va marcando planes de actuación y fechas clave para ir tratando diferentes temas.

Se podrá decir: «esas reuniones son solo postureo para las fotos». Vaaaaaale… pues nada… estábamos muchíííííísimo mejor sin ellas, dónde va a parar…

Y a pesar de que es evidente que son útiles y necesarias tampoco nos vengamos demasiado arriba. Últimamente tenemos cierta tendencia a la hipérbole en el mundito que no nos viene nada bien. Y ojo, que la exageración no es cuando decimos que tenemos un 63 por ciento de autoras de cómic en España por debajo del umbral de la pobreza, eso son datos, ni optimistas ni pesimistas, datos.

La grandilocuencia que nos viene regular es la de los púlpitos rodeados de fotógrafos que se utilizan para sacar pecho. No por nada, pero a muchas nos ha pasado lo de colocar el bíceps y decirle a alguien «toca, toca» y tan solo conseguir hacer un ridículo espantoso.

Por eso hay que ser comedidas. El día de la historieta nos ha traído cosas buenas, eso es así. Sin la proposición no de ley que se aprobó hace tiempo en el Congreso, sin el libro blanco, sin los cuatro años de celebración no habría habido ningún avance.

Y los hay. Ya en Angulema se anunciaron ayudas millonarias para el sector. Habrá ayudas directas a las creadoras y estarán dotadas con cantidades muy alejadas de los adelantos estandarizados en nuestro patio. Pero además de eso habrá ayudas para tratar de industrializar y profesionalizar un poco más el resto del percal, porque hay que paliar el amateurismo terrible que padecemos (por no decir cutrez) y que toca desde las editoriales a las librerías pasando por los eventos, la divulgación, las distris y hasta las imprentas.

Celebremos el día del cómic. Acudamos a los sopotocientos eventos que se organizan (aunque se hagan sin ninguna coordinación y se acaben contraprogramando). Compremos, regalemos y felicitemos como si fuese el cumpleaños de todo el mundo.

Pero no olvidemos jamás: los «días de» también deben servir para reivindicar. En 2024, la producción de cómic nacional que sale por primera vez en nuestro país volvió a quedar por debajo del diez por ciento. Estamos diez puntos por debajo de las cifras de 2014 y nunca hemos parado de retroceder.

En el 22, 23 y 24 (con día del cómic o sin él) se publicaron en España más títulos reeditados que nueva obra española. Se apuesta más por relanzar y relanzar material que ya hemos visto mil veces que por obra propia que pueda crecer y abrirse hueco.

Los precios no paran de subir y seguimos insistiendo en el cartoné y en el libro-objeto en vez de intentar bajar a precios populares que supongan mayor venta en el público general y, también, mejor entrada del cómic en el aula.

Seguimos lanzando más de 4500 títulos al año. La burbuja se llevó por delante varias librerías en los últimos años y arrasó una editorial que tenía más de cien empleados entre directos e indirectos, pero nada… «el mercado regulándose» en vez de regularlo entre todos los actores presentes.

Las autoras que trabajamos en el mercado nacional somos pobres o somos pluriempleadas. O incluso somos pluriempleadas pobres. Tenemos problemas de salud mental derivados del ejercicio de nuestra profesión y no tenemos tiempo o dinero para ir a terapia.

Las que trabajan para el extranjero solo alcanzan una buena posición después de pasar penurias. Problemas que van desde ser utilizadas como mano de obra barata y muy por debajo de lo que les costaría a las empresas contar con el trabajo de sus autores locales; y muchas veces se enfrentan (sin apenas asesoramiento) a leyes mucho más restrictivas que las nuestras y obtienen condiciones abusivas  a través de contratos de adhesión, es decir, que la única decisión que tienen es firmar o no firmar.

Desprotección jurídica, problemas fiscales en forma de dobles imposiciones (o de trabajar todo en B) y eso sin entrar en conceptos como la fuga de talento o la perdida de identidad y de patrimonio cultural.

Tiramos fuegos artificiales con cada Eisner y con cada galardón de Angulema, claro. Porque hay que tirarlos. Pero abramos el espectro. Preguntemos a esas autoras que trabajan fuera y que su obra ni siquiera se traduce.

Ya que gustan tanto las metáforas deportivas, entrevisten a los que juegan en los equipos de mitad de tabla para abajo, los que están en segunda o los que juegan en los estados juntitos pero a deportes minoritarios de esos que no te ponen ni en teledeporte.

Pregunten y verán algo terrible: que están en condiciones espantosas o incluso vampirizados por agentes sin escrúpulos e incluso así todas repetirán que: «pero gano más que en España».

Y eso, todo eso, hay que arreglarlo. Y repetirlo muy fuerte cada 17 de marzo. Y el 18 y el 19 y el 20. Y en abril, en mayo, en agosto, octubre y diciembre. No hay que parar de recordarlo en cada mesa, en cada reunión, en cada entrevista y en cada presentación.

Lo conseguido, que no es poco, sigue estando a años luz de lo que necesitamos. Pero ten algo muy claro, amiga de mi corazón, fue gracias al esfuerzo colectivo. Y suma todo. Hasta cuando te dicen que no te pongas intensa y que vas a la contra. Hasta eso suma porque da toques de atención a los que están más pendientes de las fotos y el tono que de otras cosas.

Recuerda: celebrar también es decir cómo estamos y repetir que el día del cómic solo será una fiesta total y verdadera cuando la realidad sea igual de buena para todas.

Mientras tanto toca ir a la fiesta con la pancarta, con la compañera, con el discurso y con la reivindicación.

¡Feliz día del cómic! Consigamos que el año que viene todo sea un poco más justo.