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Cómo vender un proyecto (en 2025)

Esta misma semana impartí una breve clase online para una escuela de Madrid. Es algo que hago de vez en cuando y en los momentos de preguntas y respuestas siempre hay alguna referida a mover proyectos entre editoriales.

¿Por qué? Pues la respuesta parece bastante evidente, amiga mía, porque así funciona este tinglao la mayor parte del tiempo: las autoras preparamos dossieres y tratamos de engañar a alguien para que nos financie lo que nos va a costar desarrollar esos proyectos.

En un texto anterior ya hablé sobre una de las formas para montar esos portafolios así que no me voy a repetir. Sin embargo, hace ya muchos años que no hablo sobre formas de vender proyectos y lo cierto es que las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos así que creo que ha llegado un buen momento para hablar sobre ello y hacerlo con una estupenda lista.

Vamos al lío.

1.— Los eventos no son buen momento para enseñar tu proyecto, pero…

Si estás en una escuela de cómic y tus profesores disfrutaban muchísimo en su juventud leyendo el guerrero del antifaz es más que probable que te recomienden acudir a los eventos a buscar fortuna. Es más, seguro que te recomiendan ir al Salón del Cómic de Barcelona por mucho que ya no se llame así.

Pues… esa ya no es una gran idea. Acudir a Cómic Barcelona con la firme intención de enseñar tu proyecto yendo stand por stand dejó de ser una buena idea hace años. Las ferias suelen ser lugares llenos de gente. De hecho Ficómic siempre nos dice que a Cómic Barcelona se acercan en torno a cien mil personas (la cifra sale de contar a cada persona cinco veces).

En ese ambiente un tanto masificado conseguir que una editora dedique el tiempo a revisar tu proyecto que sin duda merece es bastante complicado. Tienen que coincidir muchas cosas:

a) Que la pilles desocupada (es un evento, hay como mucho un cinco por ciento de posibilidades de que esto ocurra).
b) Que tenga el estado de ánimo correcto como para pararse contigo un rato a hablar sobre tu trabajo.
c) Que esté buscando proyectos nuevos y tenga hueco para ellos en su plan editorial a medio plazo.
d) Que pueda escucharte y comprenderte con una calidad suficiente como para saber de qué le estás hablando y recordarlo.
e) Que no estés interrumpiendo ninguna de sus necesidades básicas en el momento de acercarte con tus cosas. Si en ese instante está comiendo o reproduciéndose no es buen momento para molestar.

¿Esto quiere decir que no te lleves tu proyecto a los eventos bajo ningún concepto? No, en absoluto, hay muchas posibilidades de que puedas enseñarlo e incluso de que puedas llegar a colocarlo, pero es importante que sepas escoger el momento oportuno.

Por lo general, los eventos en España suelen durar tres o cuatro días (aunque los hay de dos y también los hay de un mes). Suelen tener un horario limitado y dejar ciertos espacios antes de la apertura y después del cierre en los que todavía nos movemos en horas bastante decentes. Si surge la posibilidad de quedar con una editora media hora antes de abrir para echar un vistazo a tus cosas o quedar a las puertas del evento en cuanto todo acabe para buscar un bar cercano, todo irá mucho mejor y habrás evitado el factor «baño de multitudes».

Ahora bien, buscar esas «citas» estando ya en el propio evento no es algo que sea imposible (de hecho sucede todo el rato), pero va a haber mucha más gente además de ti compitiendo por esos pequeños huecos. ¿Qué puedes hacer? Escribir un par de semanas antes por correo electrónico y solicitar un breve encuentro justo antes o justo después de los días menos ajetreados de la verbena. Si quieres hablar y alabar a una cantante de la Orquesta Panorama quizás no sea buena idea hacerlo justo después de un bolo de tres horas y media en el día grande de las Fiestas de Coia. La pillarás exhausta, eufórica y con muy poquitas ganas de hablar de trabajo.

Entonces, ya sabes algo que podrías hacer y, aunque ocurre en los eventos, se escapa un poco del clásico deambular por los stands mendigando unos minutos de atención. ¿Qué más podrías hacer? Otro básico: llevar siempre tus dossieres en la nube y tener a mano algún dispositivo con conexión a internet. Es preferible algo que sea un poco más grande que un móvil, pero no te agobies, si tiene que ser un móvil pues que sea un móvil (pero intenta al menos que la pantalla no esté reventada).

Tener tu material siempre disponible te va a servir para aprovechar un montón de pequeños momentos que suceden de forma más o menos casual durante los eventos y que van desde lo inesperado a lo forzado.

Ejemplo: has quedado en el stand de Ruina Editorial a las 17:30 con tu amiga Mari Carmen porque estrena su ópera prima: «La Monja Ninja que salvó el Imperio Español» un riguroso cómic histórico lleno de acción salvaje. Su firma empieza a las seis, pero hace mucho que no te ve y quiere charlar contigo. Allá que te vas y al poco de empezar a charlar se acerca Jaime Reimúndez, el director editorial de Ruina. Mari Carmen te lo presenta y le dice que eres una dibujante increíble y que debería ver tu trabajo. Jaime, si no es gilipollas, dirá: «ah, sí, ¿y tienes algo por ahí que me puedas enseñar?».

Tú podrías decir que no tienes nada, podrías decir que al día siguiente imprimes algo y se lo enseñas o podrías decir que justo antes de salir de casa tu bullterrier se comió tus dossieres. Oportunidad perdida. Desilusión, decepción, frustración y un montón de cosas terminadas en «ón».

También podrías sacar tu tablet con pantalla OLED y resolución de 1080p entrar en tu drive y enseñarle ese increíble proyecto en el que llevas medio año trabajando y que justamente trata sobre las plantaciones de marihuana radiactiva que salvaron a Felipe II de una muerte segura.

Puede que no consigas nada, puede que a Jaime no le guste tantísimo rigor histórico, puede que no le guste tu dibujo o tus diálogos, lo que sea, pero habrás conseguido algo que de no llevar encima un dispositivo con conexión a internet y tus cosas almacenadas en la nube jamás habrías conseguido: has establecido un vínculo con Jaime.

Sí, sí, ya sé, tampoco es que de repente te conviertas en su ahijada. No pasas a entrar en el top 3 de sus personas favoritas, pero créeme, ese vínculo, por pequeño que sea, es mil millones de veces mejor que nada y después desarrollaré mucho más la importancia de los vínculos en todo esto.

En un evento pueden suceder (y suceden) un montón de encuentros inesperados (que también puedes forzar un poquito) con editoras. La clave es estar preparada para cuando eso suceda y, para ello, vamos directamente al punto 2.

2.— Ten siempre listo un pitch de ascensor

Si a estas alturas no tienes claro qué es un pitch es posible que necesites estudiar un poco más. Puedes leer una explicación al respecto aquí mismo y siempre deberías tener claro que no es solo el «de qué va» de tu historia, cumple además una función comercial y, como tal, debe ser bueno.

Un pitch de ascensor (elevator pitch para los más puretas) es una versión aun más reducida del pitch de toda la vida. Lo suficientemente corto como para ser contado en lo que dura el trayecto entre el primer y el quinto piso y lo suficientemente impactante para activar la palabra clave: RECLAMO.

Un buen pitch debe generar dos emociones: asombro e incertidumbre. El asombro puede venir desde un planteamiento sorprendente o una mezcla de elementos que resulte refrescante. La incertidumbre, que es la madre del cordero de todo lo que tiene que ver con la narrativa, aparecerá cuando en el momento de escuchar tu pitch alguien piense «¿y qué pasará después?».

Si consigues alguna de esas dos cosas es maravilloso, si consigues las dos has completado la primera fase con un éxito rotundo, basta con que lo que tengas entre mínimamente por el ojo para llevarte el gato al agua.

3.— Deberías saber a quién enseñar tus cosas

Sé que este es el consejo más obvio y más repetido del universo, pero es fundamental que lo sigas y lo cumplas a rajatabla. No te vale de nada tener la historia de fantasía oscura definitiva si se lo vas a enseñar a Editorial Costumbrista. No vale de nada que enseñes tu proyecto casi enciclopédico sobre los penes de los Borbones (hay un temazo ahí) a Editorial de Terror Terrorífico.

No hace falta que te sepas de memoria todo su catálogo, no es un examen, pero sí que deberías saber:

a) Algunos títulos de su oferta que se parezcan a lo que tú haces.
b) Algunas autoras que trabajen con ellos que tengan un trabajo similar al tuyo.
c) Quién hace qué dentro de la editorial. Si en la editorial trabajan más de dos personas es probable que se repartan muy bien las tareas. No tiene sentido que enseñes tu proyecto de manga a la editora de europeo.
d) Si tu cómic sale con ellos: ¿qué puedes esperar? Infórmate sobre su distribución, el número de copias que suelen imprimir, si suelen vender sus títulos en otros mercados o cómo trabajan la promoción (y sí, saber esto sí que entra en el examen).

4.— ¿Qué pasa con las revisiones de portafolios?

Pues que la mayoría de ellas no te van a servir de mucho. ¿He dicho yo que no te van a servir de nada? No, porque eso sería mentir, al menos siempre te van a poder servir para generar ese pequeño vínculo del que hablaba antes.

A partir de ahí, esto es como todo (DIOS, ODIO MUCHO ESA EXPRESIÓN), habrá algunas que funcionen (pocas) y otras que sean un cachondeo disfrazado de cosa súper profesional (muchas). No nos engañemos, las revisiones de portafolios se suelen añadir como un pequeño atractivo más que pueda atraer al evento algo más de público con un perfil más «pro». El problema es que muchas veces las propias editoriales no se lo toman en serio y acuden a las convocatorias con poquísimas ganas de revisar nada y por pasar el rato.

Eso no quita que haya algunas que funcionen excepcionalmente bien. En el mes de mayo formé parte de la organización de BDra Gráfica, el evento de cómic que se celebra desde hace tres años en Pontevedra. Mi labor era coordinar el apartado de las jornadas profesionales y, dentro de ellas, organizamos por primera vez una revisión de portafolios.

El resultado fue que, de momento, hay cuatro proyectos revisados allí mismo que han firmado un contrato con las editoriales que los revisaron en esos días. Es decir, hay gente que acudió con la esperanza de encontrar editorial y la encontró.

¿Eso es habitual? Pues la respuesta no puede ser excesivamente concreta. Yo mismo llevo años diciendo que esas entrevistas en eventos no sirven más que para que algunos editores se hinchen de canapés y copas de vino, pero lo cierto es que yo mismo he vendido al menos tres proyectos después de acudir a esas revisiones. Eso no quita que sean tres proyectos vendidos de ¿cuántos? Pues no lo sé con exactitud, pero bastante más de una treintena, el porcentaje de éxito de estos encuentros, en mi caso, no llega ni al diez por ciento.

Creo que una de las claves aquí vuelve a llevarnos a un camino ya explorado antes: no se trata de salir de cada entrevista con un contrato, eso no va a pasar, se trata de mantener una amena charla que te convierta en alguien memorable para la persona que tienes enfrente.

Dejemos de darle vueltas, hablemos al fin de lo más importante de todo:

5.— El vínculo lo es TODO

Quizás pienses que soy una exagerada, pero créeme, después de casi once años publicando tebeos de forma profesional, hay muy pocas cosas que tenga más claras que esta. Déjame que lo ilustre con un pequeño ejemplo basado en mi propia experiencia personal.

Allá por el 2015, con mi mochila llena de sueños, me planté en un evento a intentar conseguir entrevistas profesionales con un montón de editores. Y las conseguí, me pasé tres días hablando de varios proyectos con editores nacionales y extranjeros.

Todos nos recibían con muy buenas palabras, nos pasaban su tarjeta y nos invitaban a enviarles de nuevo el proyecto unos días después del evento. Lo hacíamos y en el noventa por ciento de los casos todo terminaba ahí. No volvíamos a saber nada hasta que al año siguiente nos citaban de nuevo en el mismo sitio para hablar del siguiente proyecto.

El ciclo sin fin de los tebeos. La rueda del tiempo de la historieta.

Espirales, laberintos, ya me entiendes…

Muchos años después, cuando me metí en toda la vaina del asociacionismo, mantuve un habitual y fluido contacto con uno de esos editores a los que solo veía de año en año con la excusa de las entrevistas profesionales. Cambiamos radicalmente el tema de nuestras conversaciones porque pasamos a organizar un concurso juntos.

Intercambiamos mails, algún mensaje de whatsapp, alguna llamada y, aunque ambos sabíamos que él es editor y yo soy guionista, no es algo que entrase nunca en la ecuación.

Un día recibí un mail de este hombre y en el asunto del correo ponía «Propuesta». En el cuerpo del mail no había muchísima palabrería ni mucho menos, era sencillo y directo: «ya va siendo hora de que trabajemos juntos, envíanos proyectos en los que estés trabajando ahora y los vamos viendo».

La situación había cambiado muchísimo. Se había dado la vuelta a la tortilla, un giro de un montón de grados y todas las metáforas que quieras, pero ¿qué había pasado?

VÍNCULO. Eso es lo que había pasado.

Si esa fuese la única vez que me ocurrió no lo sacaría del ámbito de las anécdotas o incluso de los golpes de suerte. Pero… me ha pasado unas cuantas veces más. Después de haber hablado con otro editor en unas jornadas sobre nuestro gusto en común por los videojuegos recibí una llamada suya en la que me invitaba a pasarle cosas. Después de que en una cena con varios amigos una editora estuviese contándome lo mucho que echaba de menos a su perro cuando está de viaje, recibí un mail dos semanas después para lo mismo: enviar mis proyectos.

Entendamos dos cosas fundamentales:

Primera: cuando mandas un proyecto por mail, acudes a una revisión de portafolios o vas stand por stand en un evento estás dentro de lo que se llama «venta fría». Eso significa que formas parte de los «proyectos no solicitados», nadie te ha pedido que vayas allí a presentar nada ni que les mandes un correo con tus vainas. Nadie. Eres el equivalente a la llamada comercial que recibes a la hora de la siesta tratando de venderte el mejor seguro del hogar del mundo mundial.

Segunda: aunque pueda parecer lo contrario, las editoras son personas. Las personas somos seres sociales que necesitan relatos para organizar, para construir y para sobrevivir en el mundo. Esos relatos necesitan momentos relevantes y, sobre todo, personas que los protagonicen. Si formas parte del relato que construye una persona en torno a un evento, un momento, un encuentro o un simple instante por lo que sea, es más fácil que se acuerde de ti, si se acuerda de ti: SE ACUERDA DE TI. Y eso, amiga mía, significa que ha reservado un ínfimo espacio en su cabeza en exclusiva para ti y recurrirá a él cuando le apetezca, cuando lo necesite o cuando quiera ampliar dicho espacio.

Puedes ir a todos los eventos del mundo y hacerte los listados de contactos más completos del universo, pero no te servirán de nada sin un pequeño empujón más. Ese empujón a veces puede venir de un compañero que le diga a esa editora: «eh, ¿has visto el trabajo de Mengana?» o puede venir de que aprovechaste el momento oportuno para soltar tu pitch de ascensor y todo salió de lujo.

Conozco a gente (a mucha) que lleva muchísimos años en esto de intentar vender proyectos de tebeos y siempre les va regular. Sí, consiguen sacar alguna cosa, pero es como si un muro invisible les impidiese avanzar o les colocase una barrera de la que ya no pueden pasar. Cuando hablo con esa gente me doy cuenta de que siempre cometen los mismos errores: mantienen una distancia excesiva con las editoras, no se preocupan de hablar bien de otras compañeras o de recomendar su trabajo o no aprovechan esos pequeños momentos de oro disfrazados de «encuentros casuales» para enseñar sus vainas (sin atosigar a nadie, por favor).

Puedes pedir a ChatGPT que te escriba el mejor mail persuasivo de todos los tiempos. Puedes incluso pedirle ayuda para que te escriba un pitch de ascensor o un blurb perfecto, pero la clave no está ahí, está en otro sitio muy diferente: sal de la cueva, conoce gente, háblale de ti, de tus cosas, lleva la conversación un poco más allá, en definitiva, CONSTRUYE UN VÍNCULO por pequeño que sea.

Eso te permitirá ganar muchísimos puntos y, qué demonios, conocer gente siempre está bien.