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Aquí no hay nada que ver

Hace apenas unos días, la ACDCómic, es decir, la asociación más relevante en España en cuanto a la divulgación de los tebeos se refiere, emitía un comunicado en el que anunciaba su salida de la Sectorial del Cómic.

Este hecho, que parecía más que evidente tras una anterior nota conjunta lanzada con Cegal y Astiberri, pone de manifiesto varias cosas que no parecen estar siendo atendidas por nadie, más bien al contrario, parece que todo lo que se escucha es triunfalismo, aplausos y celebraciones por una «estupenda gestión».

Creo que hay un par de detalles que no terminan de tenerse en cuenta: desde el nacimiento de la Sectorial hace ya unos cuantos años, son varias las asociaciones, colectivos y socios fundadores que han ido abandonando el barco y esto, lejos de tomarse como un problema, se enmascara hablando de total normalidad o incluso de «juego democrático».

Zona cómic (grupo de librerías especializadas que forma parte de Cegal) abandonó el barco tras pedir la dimisión del capitán y un proceso electoral de transición que no se quiso llevar a cabo. Deberíamos detenernos aquí un segundo. Zona cómic está formado por unas cuantas decenas de librerías. Desde el momento de su marcha ¿cuántas son las librerías de cómic representadas dentro de Sectorial? ¿Es importante el número? Pues… amiga mía, me temo que sí que tiene cierta relevancia, pero… qué sabré yo…

El problema ya no es solo el abandono (que lo es), es que se genera la sensación de que es una pérdida sin apenas importancia y de paso se pretende instalar un discurso de «es que Cegal esto, Cegal lo otro y, en realidad, siempre han sido enemigos de los tebeos y estaban radicalmente en contra de cosas como que la dirección general del libro también fuese del cómic».

A estas alturas creo que podemos convenir que las librerías son una parte fundamental en esto de los tebeos, es más, yo diría que están en el Top 3 de la importancia, ¿cómo de sostenible es dejar marchar al grupo más importante? ¿cómo se puede permitir una asociación que dice representar al sector una marcha de tal calado sin asumir unas cuantas responsabilidades?

También abandonaron la Red Vértice (grupo de traductoras) o la editorial Astiberri y puede que su salida no suene tan rimbombante como otras, pero… estamos en las mismas, están dando un portazo con motivos evidentes que apuntan a una mala gestión, mala coordinación, falta total de asunción de responsabilidades y una opacidad que parece no tener fin.

Mientras tanto, ¿qué ocurre del otro lado? Nadie lo sabe muy bien. Se publicaron un par de notas hablando de los fantásticos resultados en el nombramiento de la nueva junta directiva y los tremendos desafíos que tiene por delante. ¿Qué desafíos? Pues tampoco parece estar muy claro. Cuando todo se vende como un desafío, cuando tener cuatro mujeres en una junta de 14 personas se vende como «un avance hacia la paridad» todo parece posible.

Dentro de toda esta normalidad en la que se suceden los abandonos (que se suman a la pérdida de al menos tres socios fundadores, el Colectivo de Autoras o la salida de la junta de ARGH o de la asociación de editores valencianos) se lanza el comunicado de la asociación de críticos. Y en esa nota de unos escasos cuatro párrafos se incide de nuevo en lo mismo: nada parece transparente y además se habla de irregularidades en el proceso de elección de la nueva junta. Censos poco claros, imposibilidad de emitir un voto secreto, unos informes de gestión y económicos muy poco serios y, por si fuera poco, restricciones en el uso de la palabra.

Ya me vas a perdonar, querida amiga, pero hagamos de nuevo una parada: restricciones en el uso de la palabra. En una ASAMBLEA. Será que yo vengo de comerme una retahíla ingente de asociacionismo dentro y fuera del mundo de la cultura, pero si me dices que en una asamblea que se convoca fuera de plazo, es decir, es ilegal, resulta que se producen irregularidades en cuanto al sistema de elección de una nueva junta directiva y encima se ponen dificultades para tomar la palabra y expresarse pues… ¿qué quieres que te diga? lo suyo sería coger el reglamento e impugnar todo lo que allí aconteció. Pero nah, se ve que se lleva mucho más decir que todo fue estupendo y maravilloso e incluso, dentro de algunos sectores de esto del tebeo dar mucho más importancia al camino recorrido que a unas pocas irregularidades por aquí y por allá que no importan a nadie.

No seré yo el que pronuncie la palabra que empieza por «chi» en esta santa casa. Dios me libre. No seré yo quien perturbe con nimiedades el excelente funcionamiento de la asociación más relevante de todos los tiempos pasados y futuros. La crítica ni es legítima ni aporta nada…

En fin. Decía mi yayo: «críticas no, soluciones». Pero ¿qué solución queda cuando se señala que X, Y y Z se están haciendo saltándose incluso las normas creadas por ellos mismos? ¿Cómo de limpio es un proceso en el que, por ejemplo, el delegado de ARGH en la asamblea defiende la postura de la asociación a la que representa y el presidente de ARGH vota en sentido contrario al del delegado de la asociación que preside porque no está de acuerdo en defender la postura de sus asociados? ¿Cómo de limpio es que esa misma persona siga formando parte de la junta directiva cuando ARGH decide quedarse fuera y le basta con decir que ahora representa a otro colectivo? ¿Basta con un cambio de cromos? ¿Es que a nadie le importa que pasen estas cosas y ni siquiera se comenten ni se expliquen?

Ni idea. Como siempre yo no puedo ofrecer respuestas, solo preguntas, es muchísimo mejor que la gente responda por sí misma tirando de ingenio y sagacidad.

La realidad dice que el Colectivo de Autoras, Astiberri, ACDCómic o Red Vértice se han marchado denunciando lo que hay. ARGH y la asociación de editores valencianos se han salido de la junta y al menos tres de los socios fundadores han preferido perder esa condición para dejar de verse envueltos en todo este jaleo.

Y el problema no es solo que esté ocurriendo todo esto y parezca no importar demasiado, es que si encima lo dices resulta que solo se busca la polémica por redes y generar ruido.

Vale, lo que tú quieras, pero ¿para qué? ¿Cuál es exactamente el beneficio de exponer estos problemas públicamente? ¿Qué es lo que sacan aquellos que lo comentan?

¿Será, quizás, que viendo lo que ha ocurrido cuando se ha intentado hablar de todo esto en privado no se ha conseguido absolutamente nada (o peor, a veces se ha obtenido menosprecio y burla)?

¿Será, quizás (y solo quizás), que se está tirando del clásico relato de criminalizar la exposición y las formas para evitar dedicar ni un solo minuto a tratar el tema de fondo de todo esto?

Porque no olvidemos que hay un tema de fondo: no hay informe económico ni de gestión que expliquen pormenorizadamente todo lo que ha venido ocurriendo ahí dentro en los últimos años, se han cometido varias irregularidades en la asamblea, se han repartido puestos en la junta directiva como si fuese poco más que un intercambio de cromos y, a pesar de numerosos abandonos todo parece resumirse en un «circulen, aquí no hay nada que ver».

Pues nada, circulamos. De vez en cuando alguna dirá algo, expondrá estas cosillas y de vuelta a la casilla de salida: ¡que circule, señora, que aquí está todo en orden!