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«Somos tan gilipollas que preferimos leer a autores nacionales en cómics extranjeros antes que ver a esos mismos autores petarlo en nuestro país» – Javier Marquina visita Escribiendo Cómics

Javier Marquina es por derecho propio uno de los guionistas de cómic de los que más se habla en los últimos tiempos. Su fulgurante ritmo de producción y su capacidad para crear obras que atrapan hace que muchos miremos con interés en qué anda metido y cuál será su próxima obra.

Pero además de todo eso, Marquina es uno de esos autores con los que siempre apetece hablar porque no se calla lo que piensa y no necesita casarse con nadie. Eso, que quizás debería ser lo más normal, cuesta encontrarlo en un mundillo que es tan pequeño que a veces nos comportamos como si tuviésemos miedo a decir lo que pensamos por no «cerrarnos puertas» (por mucho que las puertas sean de corchopán del barato).

En cualquier caso, es todo un orgullo abrirle nuestro espacio e iniciar así una serie de entrevistas que le dan algo de vida nueva a Escribiendo Cómics.

Atentas, no pierdan detalle que empezamos.

  1. Es evidente que estás llevando a la vez unos cuantos proyectos ¿Cómo te organizas para escribir varias historias simultáneamente? ¿Cómo priorizas?

Cuanto más pienso en el modo en el que funciono como guionista, más creo que hago todo lo que no se debería hacer al escribir guiones de cómic. Tengo la sensación de que no aplico ninguna regla y que actúo más por necesidades o impulsos que mediante un plan pensado, razonado y colocado con pulcritud en una agenda.

En cuanto a los guiones, a menudo llevo varios en danza a la vez hasta que por razones de fechas de entrega o quizá por la pura magia de la propia escritura uno de ellos alcanza la “velocidad de crucero”, ese momento en el que la historia fluye y casi parece que se está escribiendo a sí misma. Es entonces cuando me centro en ese guion que ya adquiere una masa crítica y lo cierro de manera definitiva. Supongo que no es la manera más adecuada, pero eso me permite ir sorteando los posibles bloqueos al tener siempre varios proyectos activos entre los que poder ir saltando cuando en uno llegas a una de esas partes que cuesta más desatacar.

Reconozco que a veces me hago listas para saber que proyectos están “vivos”, pero tengo el defecto de acabar por no mirar nunca ni las listas, ni las agendas, ni las escaletas de conferencias o programas de radio. Soy un desastre para eso, así que al final simplemente los ignoro y trato de ir centrándome en aquello que mi propio cerebro considera prioritario en el momento en el que lo considera prioritario. Es como el proverbial desorden que solo tú sabes como funciona. Parece no tener sentido, pero todo tiene su espacio.

2. En los dibujantes parece mucho más evidente que se puede construir un estilo, pero también podemos hablar de ello en guionistas y escritores ¿Tienes claro cuál es el tuyo y en qué consiste? ¿Existe un «estilo Marquina»?

No sé si va a sonar muy prepotente, pero sí creo que existe algo así. Sí creo que hay un “estilo Marquina” que puede intuirse hasta en obras de encargo que deberían ser más asépticas, menos personales. De hecho, es algo que busco y que trato de conseguir. Que la gente lea una obra y diga, “joder, esto lo ha escrito Marquina”. En mi caso, más que en las temáticas o en el tipo de tebeo que me gusta hacer, creo que uno puede percibir cierto estilo uniforme en cuanto a mis guiones en los diálogos de los personajes y en la personalidad que estos mismos diálogos les proporcionan. Si hay un adjetivo que se repite de forma recurrente cuando se habla de mis cómics es el de macarra, y creo que esto es debido a la forma en que hablan mis personajes y la manera en la que se relacionan entre ellos. Me gustan las réplicas ocurrentes y los diálogos rápidos y con ironía, algo en lo que vengo muy influenciado por la lectura de autores como Warren Ellis, que hacen justo el tipo de cómic que me gusta y consiguen que sus personajes hablen de una manera muy particular y reconocible. No sé si es bueno o malo, pero muchos de los guionistas a los que venero usan esquemas y artificios muy reconocibles que hacen que tengan un estilo tan personal como el del dibujo. Y nada me gustaría más que parecerme a ellos.

3. ¿Manuales, talleres, ensayo y error, tirar de referencias, cómo te lo montas, se puede ser totalmente autodidacta, es mejor asistir a alguna clase o leerse algún manual?

Podría decir que soy una mezcla de todo esto, pero mentiría. Lo que de verdad me ha servido a la hora de escribir cómics es leerlos. Soy eminentemente autodidacta, y ha sido después, a posteriori, al ir leyendo algunos manuales y asistiendo a charlas cuando me he dado cuenta de que muchos de los mecanismos que uso para escribir de manera intuitiva son los mismos que aparecen en guías y manuales. Hay una especie de espíritu subconsciente que flota sobre todo lo que lees, y la propia lectura genera esquemas y mecanismos que luego usas al escribir sin ni siquiera saberlo. O sin siquiera saber que lo sabes. Creo que cursos y manuales son útiles para conocer las herramientas, pero también pienso que deben ser eso, un recurso que te muestra lo que puedes hacer y lo que puedes usar. Una vez conoces como construir la tramoya, eres tú el que debes crear el escenario, y para eso no debe importarte romper las reglas de vez en cuando. En ocasiones los cursos y los manuales encorsetan demasiado la creatividad, pero reconozco que para romper las cosas primero hay que saber cómo funcionan, así que lo ideal es encontrar un equilibrio entre lo académico y la anarquía.

4. Todos solemos manejar temáticas recurrentes porque en esencia dicen algo sobre nosotros mismos, ¿qué dicen de ti las tuyas?

Que me obsesiona el poder y lo que hacemos con él cuando lo tenemos. Y todo ello con un inevitable toque superheroico que viene de mi juventud y adolescencia lectora, que al final es la que forja el carácter. También se nota en mis cómics ese toque de misantropía que me hace desconfiar del ser humano. Yo no creo que todo el mundo sea bueno por naturaleza. Es más, creo que casi todos tenemos ahí un ogro esperando la oportunidad perfecta para asestar un golpe a todo lo que hemos construido. De esos van mis cómics. Es una especie de Spiderman oscuro. Grandes poderes crean a grandes hijos de puta.

Otro de mis temas recurrentes son los bucles y esa costumbre tan mala que tiene el ser humano de ir repitiendo la historia de manera cíclica, sin importar el pasado ni lo que nos enseña. Me fascina la capacidad que tenemos para olvidar y para tropezar un millón de veces en la misma jodida piedra, y encima luego echarle la culpa siempre a los demás, al entorno o al destino.

5. ¿Cómo es tu método? ¿Preparas escaletas? ¿Guiones técnicos? ¿Fichas de personaje?

Menos fichas de personajes tradicionales, uso casi todo lo demás. Parto de una imagen, de una idea o de unos personajes, y construyo alrededor de ellos. Cuando tengo claras las líneas maestras de lo que quiero contar, me hago una escaleta con la historia completa y la divido en escenas, para así poder calcular más o menos cuantas páginas me va a ocupar cada una y cual va a ser la extensión del cómic. Con eso y con una breve descripción de los personajes, me lanzo a escribir el guion. Y sí, soy de guion técnico. De página uno y viñeta uno. Me siento más cómodo así. No tanto de definir cómo va a ser la página de manera muy escrupulosa, pero sí de estructurar el cómic en páginas como unidad básica. Sobre todo. El numero de viñetas puede cambiar y el dibujante es libre para jugar con eso, pero la página es mi medida fundamental de medida. Sobre ellas lo construyo todo. Me dan el ritmo y la cadencia. No sabría explicarlo muy bien, pero es así como mejor funciono.

También tengo que decir que la escaleta no es algo escrito en piedra, algo inamovible. De hecho, lo que se plantea en la escaleta siempre acaba difiriendo del resultado final. Las historias crecen y mutan al ser escritas, y muchas veces es la propia historia la que te va diciendo los lugares por los que ella quiere ir. Y os aseguro que no hay nada de zen en esto. No es una magufería. Los personajes cobran vida y te dicen por dónde quieren ir. De hecho muchas veces se niegan a hacer ciertas cosas que creías que iban a hacer cuando escribes la primera sinopsis de la historia. Ese es el momento más mágico de la escritura. En el que te conviertes en espectador de tu propia película.

6. ¿Primero escribes y ya buscarás un dibujante que encaje en tu idea o primero hablas con el dibujante y preparáis algo en conjunto?

El que tiene el guion escrito y busca dibujante como el que busca ligue aleatorio en Tinder es algo que me asquea profundamente. Lo odio. Yo los llamo guionista impresora, y conozco a varios que funcionan así. Tienen un guion escrito y van bombardeando a todo aquel que parece saber dibujar hasta que consiguen a alguien que les dice que sí, el pobrecito. No les importa su estilo ni el tipo de trabajo que ha hecho. Solo quieren a alguien que imprima su guion en imágenes, se la suda todo lo demás. A mí este método de trabajo me da auténtica grima. Puedo entenderlo en una industria consolidada del tipo Marvel o DC, en la que todo funciona como una cadena de montaje, pero replicar este modelo en un mercado tan precario y duro como la industria del cómic en España me parece casi indecente. Viendo lo que se cobra, creo firmemente en que hacer cómics debe proporcionarte, al menos, una contrapartida lúdica, de disfrute. Si con la mierda que cobras, encima lo pasas mal y ni siquiera te sientes parte del proyecto desde el minuto uno, apaga y vámonos.

Yo juego con varias ideas, pero nunca tengo el guion escrito de antemano. Prefiero adaptarlo al dibujante e ir creándolo con él. Que haya aporte, que el mismo dibujante opine, que me diga qué le parece lo que vamos haciendo. También intento adaptar la historia a sus capacidades, a lo que puede hacer. No voy a pedir detalle y realismo a un dibujante como Ertito Montana. A él le pediré acción y diversión, y trataré de explotar al máximo su capacidad narrativa, que es simplemente brutal. El cómic es un proceso común en el que todas las partes deben aportar y hacer el producto mayor algo más grande que la suma de sus partes. Es la definición perfecta de sinergia, y creo que esto es más fácil conseguirlo con proyectos que todos ven crecer y surgir a la vez. Cuando ya tienes el guion escrito de antemano la rigidez es mucho mayor, y eso se nota muchas veces en el producto final. Para mal.

7. Hasta diez títulos en menos de cuatro años, ¿Marquina le hace competencia a Marquina? ¿Hay una mercadotecnia preparada para asumir tantos títulos de un mismo autor en tan poco tiempo?

¿Lemire le hace competencia a Lemire? ¿Cates le hace competencia a Cates? ¿Aaron le hace competencia a Aaron? ¿Me estoy comparando con ellos? Por supuesto. Si un tío de Estados Unidos lo hace y no pasa nada y nadie le dice nada… ¿por qué un guionista español no podría hacerlo? ¿Somos peores que ellos? No lo creo. Otro tema es que el público en España siga una corriente y un estilo de compra impuesto por años de dominio de mercados extranjeros y seamos incapaces de superar muchos de los complejos que nos atenazan. ¿Está el mercado preparado para un Marquina, para un Llor, para gente de una producción que va mucho más allá de “un título cada tres años”? Supongo que no, pero alguien tiene que hacerlo. Alguien tiene que intentarlo, al menos. Y si ya consiguiéramos un poco más de repercusión y que muchos de los que leen superhéroes y tienen la pasta para comprar tebeos se sacaran la cabeza del culo superheroico, quizá podríamos empezar a hablar en otros términos. Pero no lo creo. Prefieren seguir tocándose fuerte cubiertos de Omnigolds. Mientras la gente siga priorizando la compra del Spiderman de J.J. Abrahams frente al último de nuestros cómics, tenemos un problema, pero es que somos tan gilipollas que (salvo muy contadas excepciones) preferimos leer a autores nacionales en cómics extranjeros antes que ver a esos mismos autores petarlo en nuestro país y que sean esas mismas obras las que lo peten en el extranjero. Es incomprensible. Pero así somos.

8. ¿Por qué ponéis en marcha Inuit? ¿Queda alguna esperanza o vamos pidiendo turno para el barranco?

Pues Inuit surge un poco al hilo de todo lo anterior. Por muchas razones. Por cobrar 300€ por escribir un guion de cómic. Porque la hora de trabajo te salga a 5 céntimos. Porque ves como todo el mundo te viene a dar la mano y te felicita y te dice lo mucho que molas y lo que mola tu idea y que luego tus cómics apenas vendan 500 ejemplares.

Hay algo que va muy mal en el mercado del cómic español, y tenemos que tomar cartas en el asunto para tratar de que esto cambie. La precariedad es totalmente lamentable. E insostenible. E insoportable. La mayoría de los autores que trabajamos de manera exclusiva para el mercado nacional lo hacemos porque tenemos otros trabajos alimenticios que nos pagan las facturas. Si esto fuera solo una cuestión laboral, no se harían cómics en España. Todos tiramos de amor, de cariño y de ilusión, pero la ilusión no paga la factura de la luz. Nos sobra talento, pero nos faltan lectores. Y eso es así. Hemos sido incapaces de conectar con el público mayoritario y nos hemos convertido en un underground eterno que no da para comer. Y quiero decir que lectores hay, lo que pasa es que no leen los cómics que nosotros hacemos.

Vender mil ejemplares de un título es una cantidad ridícula y, sin embargo, hay que dejarse los cuernos cuarenta veces para conseguirlo. Si lo consigues. Te dejas la vida para vender una mierda. Hay que ser autor, gestor, experto en marketing, divulgador, hombre orquesta y sexador de pollos. Y todo por la misma cantidad de dinero ridícula. Y todo para vender 700 ejemplares y darte con un canto en los dientes. Ese es el problema. Y al no vender cómics, nadie se arriesga a hacer tiradas importantes, así que los adelantos son ruinosos y, al final, o dejas de hacerlo o emigras.

Somos la España de los años 50, y encima a muchos les encanta serlo. Regalamos cómics, trabajamos gratis o por cantidades que harían llorar a un niño que cose zapatillas en Bangladesh y encima cada vez somos más intentando hacer y acaparar más, quizá porque la única manera de ganar dinero aquí es por mera acumulación. Y eso es un puto desastre. Y lo digo yo, que soy una máquina de vomitar páginas. Quizá precisamente lo digo por eso.

Inuit es, sobre todo, una llamada de atención. Un golpe sobre la mesa. Probablemente venderemos la misma cantidad de ejemplares de mierda que todos los demás. Incluso quizá menos. Pero vamos a pagar el triple. No porque se pueda hacer. Sino porque hay que hacerlo. Porque los autores no podemos seguir siendo el eslabón más débil de la cadena y, si lo somos, al menos vamos a tener la sensación de que intentamos cambiar las cosas. No sé si hay esperanza. Si te digo la verdad, no lo creo. Viendo lo que se vende y lo que no… Viendo lo que demandan los jóvenes y lo que siguen leyendo los pollaviejas, lo dudo. Pero al menos que no nos digan que no estuvimos ahí para tratar de cambiarlo.

9. AAAC, ARGH, ACDCómic, el asociacionismo es fuerte en ti. Nunca había habido un tejido asociativo tan extenso en el mundo del cómic, pero ¿está sirviendo realmente de algo?

El tiempo lo dirá. Ojalá. Ojalá lo consigamos. Y lo digo desde lo más profundo de mi corazón. Porque lo necesitamos. Es necesario. La sectorial parece un paso adelante importante, pero al final lo que cuenta son los resultados. Y la realidad. Así que ya veremos. Espero de verdad que sí. Pero… Podemos hacernos muchas pajas mentales y trazar planes preciosos, pero al final el cómic es una industria, un mercado, una actividad empresarial y, como tal, lo que busca es el beneficio. Y si puede ser para todas las partes que lo componen. Eso sería lo ideal. Y alrededor de esta idea gira (y debería girar) todo. Menos entelequia y mas pragmatismo.

Se están consiguiendo cosas, eso es innegable, pero el camino es largo y duro y muchas veces te quedas en él por puro agotamiento. Pienso que el asociacionismo es la manera de conseguir los objetivos que necesitamos alcanzar para poder subsistir como autores, porque somos pocos y necesitamos estar juntos y todos a una, pero también la experiencia nos enseña que, en lo general, acabamos discutiendo por auténticas chorradas y es muy difícil conseguir que la gente haga acciones realmente comunes e importantes. Sé que sueno muy pesimista, pero la edad te da ciertas perspectivas que resultan desalentadoras. Hay demasiada gente que solo va a lo suyo. Demasiados a los que no les importa pisarte para ascender. Demasiado panfletario de las redes sociales que a la hora de la verdad no hacen nada y si lo hace es solo porque les supone beneficio personal.

El asociacionismo es precisamente lo contrario a todo esto. Es trabajar de manera altruista por un bien común. Pero también es una actividad que quema a la gente más rápido que el horno de una fundición, así que necesitamos mucha fuerza de voluntad, mucha suerte y tener las ideas muy claras. Y conseguir vender nuestros tebeos, porque al final es de eso de lo que va toda esta vaina.

10. Karras, Sallybooks, Cósmica, Grafito, Cascaborra, Fandogamia… Si echamos la vista una década atrás todo eso no existía, ¿cómo lo ves? ¿Más oportunidades para los autores? ¿Un montón de gente peleando por el mismo trozo de tarta?

Por desgracia, ambas cosas. Como autores las oportunidades de publicar nunca habían sido tan amplias. Y eso es fantástico. El problema son las condiciones en las que se publican. Estamos haciendo grandes tebeos con mucha calidad y con ediciones muy curradas, pero al final esto no acaba de repercutir de manera proporcional en la cantidad de público al que se llega y, por tanto, en el dinero que se gana haciendo cómics. De hecho, a veces tienes la sensación de que hay más cocineros que clientes y que somos nosotros mismos los que acabamos comprando los cómics de los demás. Mucho autor para tan poco lector.

Sin duda es una situación curiosa la que estamos generando. Si uno se fija en la oferta a su disposición como lector, es intoxicante. Miles y miles de títulos al año. Es una barbaridad. Una mezcla de paraíso e infierno. Un sueño por la variedad de títulos que puedes comprar y un infierno al pensar en el dinero que te tienes que gastar para hacerlo. También tengo una sensación de burbuja, y todos sabemos lo que pasa con las burbujas. Al final petan y se llevan a los pequeños por delante. Espero que no, porque se están generando iniciativas muy interesantes que, si consiguieran mayor difusión y repercusión, estarían trazando el camino de algo que puede ser muy grande. Como he dicho antes, el tiempo lo dirá. Mientras tanto, seguiremos escribiendo cómics y luchando para que la gente los lea.

11. Algunos tenemos una obra que creemos que es «esa obra» por diferentes motivos. ¿La tienes? ¿Cuál es?

Esta es la pregunta “a quién quieres más, ¿a mamá o a papá?”. Y qué difícil es responderla. Todos los cómics que haces tienen su aquel, quizá condicionados por las circunstancias, por el momento en el que se escribieron o por el modo en el que fueron creados y editados. Así que no sabría decirte si tengo “esa obra”. La respuesta formularia sería decir que está por llegar, pero quizá no es así y ahora ya voy cuesta abajo y sin frenos, en plan Mark Millar. No te sabría decir. En general estoy contento con todos los tebeos que he escrito. No digo que sean perfectos o que no tengan mucho margen de mejora, todo lo contrario, pero me gustan y me gustan mucho. Y creo que esta es una norma fundamental a cumplir cuando te lanzas a esto. Que te gusten los cómics que haces. Que sean cómics que tú mismo comprarías y leerías. Porque, digo yo… si no te gustan a ti mismo, ¿cómo coño le van a gustar a los demás?


12. Un clásico, ¿qué le dirías a alguien que quiere empezar a escribir tebeos y no sabe cómo?

Que se siente a escribir. Y escriba. Una palabra detrás de otra. Y que acepte consejos de la gente que ya lo hace. Y que no se tome las críticas como algo personal. Que las use para construir y para crecer. Y que no presente dosieres indignos maquetados en Word. Y que no trate de tener siempre la idea más original de la historia. A veces con tener una idea basta. Y que tenga claro que no todo el mundo sirve para escribir guiones de cómic, igual que no todo el mundo es capaz de subir los catorce ochomiles. Zapatero a tus zapatos. Que los haces muy bonitos.