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Qué es worldbuilding y por qué debes usarlo en tu historia por Manu Gutiérrez

En términos generales, cuando se habla del concepto worldbuilding, este se asocia a una serie de pautas para la creación de un mundo inventado y relacionado con algún género de la ficción especulativa. Véase terror, fantasía, ciencia ficción y sus (infinitos) subgéneros.

Además, suele ser un término que se vincula con el diseño de aspectos que se alejan, más o menos, del mundo real: creación de razas fantásticas, civilizaciones arcanas, geografías épicas, lenguas imposibles, arcos históricos que se adentran en el principio de los tiempos…

El rol es la mejor de las escuelas

Si no sabes qué es esto del worldbuilding, lo mejor es que te acerques a los manuales iniciales de rol. Incluso aquellos de sistema de reglas. En ellos encontrarás mundos organizados y todos aquellos conceptos necesarios a la hora de plantear un universo y verás como sus premisas son fáciles de extrapolar a tus propias historias. No hay pérdida.

Y si quieres ir más lejos, prepara una partida, junta a un grupo y dirige la partida. No hay mejor entrenamiento para guionistas. No solo tendrás que meterte en la cabeza de bastantes personajes satélites, también tendrás que guiar a tu grupo hacia su objetivo a la vez que le pones trabas en su camino. Y, sobre todo, tendrás que improvisar sobre la marcha porque tus jugadores no te lo van a poner fácil, nada fácil. Quien lo probó lo sabe.

No hay límites para todo lo que quieras imaginar cuando generas tu worldbuilding ya que solo depende de ti y solo tú sabes dónde poner las fronteras de tu propio universo. Tú creas y destruyes a tu antojo. Lo manejas todo. Pero todo es mucho.

Por eso no vengo a hablarte de los distintos tipos de demografía que puedes usar en tu mundo o explicarte por qué utilizar una cosmología de cuatro soles no es la mejor de las ideas si tu historia va de vampiros.

Por eso y porque el worldbuilding no solo es eso.

Worldbuilding es mucho más

Sí, worldbuilding es todo lo dicho. No hay duda. Como que hay Cthulhu en R’lyeh.

Pero el concepto va más allá porque, en realidad, cuando escribes cualquier tipo de ficción, todo universo es inventado. Ya sea este una epopeya fantástica de espada y brujería llena de magia, ya sea un melodrama contemporáneo basado en tu propia vida cuando buscas trabajo.

Quizá para tu mundo de fantasía necesites crear un sistema mitológico que fundamente que la magia nace de las rocas de tres grandes minas perdidas hace cientos de años en un archipiélago del océano más vasto del cosmos.

Pero quizá, solo necesites establecer que en el arco temporal de tu trama llueve cada día porque es importante para el desarrollo de los acontecimientos. O tal vez, te es interesante decidir las peculiaridades de las diferentes bandas callejeras que compiten por el control de un distrito de la ciudad de Providence. O hacer un pequeño bestiario de las especies autóctonas del bajo Pirineo. O dibujar un plano de la casa donde trascurre toda tu obra. O estudiar la simbología de la Iglesia ortodoxa rusa… Todo esto también es worldbuilding.

Quizá tú no lo llames así, a lo mejor solo lo tratas como contexto, documentación o teoría del iceberg. Sea como sea, siempre que escribes una historia creas un mundo propio para ella. Y no importa si está más o menos inspirado en el real. Incluso si quieres representar la realidad lo más fiel posible, en el fondo estarás poniendo tu visión del mismo con detalles, anécdotas, descubrimientos… Y sobre todo, tu visión es muy importante porque decides qué mostrar o no mostrar en la trama condicionando así la realidad que ofreces.

De lo que no hay duda es que las historias más memorables siempre transcurren en ambientes únicos e intransferibles. Y cuanto más conozcas tu universo, más honesto será lo que ofrezcas a tus lectores.

Entonces, ¿qué es worldbuilding?

En esencia, worldbuilding es la legislación que estipulas para tu historia y se relaciona con el resto de elementos del diseño narrativo abarcándolo todo.

Es la construcción de toda una serie de contenidos que servirán para ambientar tu historia y darán consistencia a los personajes y a las acciones que aparezcan en ella.

Y no importa el género, el subgénero o la mezcla de tipos de ellos, al final necesitas codificar tu mundo, darle una coherencia tanto interna como externa para conseguir que el lector se sumerja en ella y pueda transitarlo sin que encuentre errores en Matrix.

Y dará igual que tu trama trascurra en Darujhistan o un barrio obrero de Málaga, siempre vas a tener que darle un sentido palpable de verdad a lo que vas a escribir.

Pero, ¿por qué es útil el worldbuilding?

¿De verdad es necesario diseñar el mundo de tu historia? Definitivamente sí. Pero si aún no lo tienes claro, aquí tienes tres razones de su utilidad:

  1. Es útil porque cuanto más larga sea tu obra, más vas a necesitar una buena base de worldbuilding. O lo que es lo mismo, cuanto más avanzas en el desarrollo de la trama, personajes, localizaciones, etc… más fácil te será transitarlo si has estudiado su terreno antes y más difícil será equivocarte si has ido marcando pequeños hitos desde el comienzo.

    Pero, como en todo proceso creativo, no hay que ser demasiado estrictos ya que no es lo mismo tomar una dirección que marcar a fuego un sistema de normas.

    Porque si el worldbuilding se convierte en unas reglas autoimpuestas desde muy pronto, puede condicionar otros aspectos del diseño narrativo haciendo que tú mismo te pongas la zancadilla y coarte tu libertad creadora. Sin embargo, si lo usas como una guía para andar tu camino, esto te dejará respirar mientras escribes. Incluso, si ves que tu historia lo necesita, podrás explorar otros senderos y quizá estos hagan que tu universo cambie.

No tengas miedo de cambiar parte de lo andado o hasta todo. Es la base de la creación y solo tienes que razonar si este nuevo camino mejorará tu historia. Eso es lo único importante.

  1. Es útil porque diseñar los aspectos generales de tu universo te centrarán en tu objetivo. Mientras escribes sobre tu mundo, vas a estar pensando en la ambientación social, política, económica, religiosa, etc… y como todo esto influye en la trama.

    Incluso perderse puede estar bien porque puede hacerte tomar cierta distancia con la historia. Estarás alimentando tu obra de otra forma. Estarás cambiando el foco sin dejar de pensar de forma radical en tu universo. Y eso, cuando vuelvas a los aspectos fundamentales de la obra, puede hacerte ver incoherencias o partes más flojas.

    A esto se le llama procrastinación positiva y no hay que demonizarla. Hay muchas formas de avanzar. No todo es ir de A a C pasando por B. Quizá, si das una vuelta por Z, puedes descubrir algo interesante.

    Pero cuidado, no te pierdas en tu propio mundo. Es uno de los errores más comunes a la hora de crear tu universo: que caigas preso de él. Porque siempre podrás seguir investigando y creando.

    Quizá pienses que una vez que has creado la ciudad donde se desarrolla el 90% de tu trama, necesites darle forma a las ciudades circundantes. Quizá sería interesante entonces, tener presente qué relaciones comerciales tienen con la que ya tienes diseñada. O mejor, podrías hacer un pequeño arco histórico donde puedan quedar reflejadas las disputas territoriales que, en la actualidad, se dejan ver en ciertas rencillas que hay entre sus vecinos… Nunca hay fin para ello y no podrás tenerlo todo atado. Cuanto antes asimiles esto, menos dolores de cabeza tendrás.

    Por ello es necesario dejar cierto margen a la imaginación, a ese aspecto de la creación que nace (re)escribiendo. Porque si pasas demasiado tiempo diseñando, no solo no acabarás el worldbuilding, nunca terminarás tu historia. Y sí, vuelvo a insistir, eso es lo único importante.
  1. Es útil porque el worldbuilding te ayudará a crear tu historia pero, a su vez, diseñar la trama de la historia te pondrá sobre la pista de la ambientación que necesita la obra. Son conceptos fundamentales en el desarrollo narrativo que se retroalimentan y pensar en ellos, tanto de forma particular como global, hará crecer tu argumento en muchos sentidos y niveles.

    Que tu guion no se quede plano va a depender de muchos aspectos pero si desde la base desarrollas trama y worldbuilding a la vez, te quitarás muchos problemas de inconsistencias futuras.

En definitiva

Usar worldbuilding no te hará mejor escritor o escritora pero tampoco deberías ignorar que existe este recurso sin saber lo que ofrece. Y aunque digas que no necesitas diseñar tu mundo previamente, de forma inconsciente lo estarás haciendo en el proceso creativo. Porque forma parte del desarrollo de la obra. Lo llames como lo llames.

Porque la casi totalidad de historias se basan en una estructura mental y cultural arquetípica de planteamiento, nudo y desenlace. Puedes luchar contra ella, intentar ser más original, más brillante o enrevesado pero lo que no querrás, por encima de todo, es que tu historia cojee en incoherencias. Y eso te lo dará un planteamiento de worldbuilding bien diseñado.

Da igual como lo plantees: como Biblia, como esquema o que solo baile en tu mente. No importa cómo lo uses siempre que lo trates como algo práctico que te ayude a crear la mejor de las tramas posibles.

Porque el worldbuilding forma parte de la creación de una obra al igual que el desarrollo de personajes o el diseño narrativo y no debería separarse. Worldbuilding es encontrar una consistencia coherente en tu universo, es construir la esencia de tu historia con cierto orden y criterio. Es la causalidad encarnada.

Forma parte del proceso creativo y como tal, tendrás que reescribirlo tanto como lo hagas con el resto de elementos de tu guion porque es un ente orgánico que respira, se mueve y se alimenta de lo que le des.

¿Dónde está el límite? ¿Cuándo saber parar en el desarrollo de ese universo?

Cuando el worldbuilding deje en un segundo plano a lo que ocurre en tu mundo párate en seco y revisa con cabeza ajena. Date un respiro y pregúntate si te importa más la historia que tenías en tu cabeza o la creación de su universo. Si has perdido el interés en lo que ibas a contar vas a tener que replantearte todo casi de cero.

Porque si la narrativa queda enterrada por un worldbuilding apabullante no habrá nada que contar más allá de que tienes un lugar muy interesante donde, quizá (a lo mejor, algún día…) puedan surgir historias. Y eso y nada es lo mismo.

Porque el worldbuilding es una herramienta y solo te será útil siempre que la uses para un fin que ya habrás adivinado si has llegado hasta aquí: tu historia.

Pero, sobre todo, no debe haber nada azaroso en tu versión final porque, en esencia, el worldbuilding es un lenguaje que estableces tú con tu obra y esta con el lector. Son las reglas del juego que acuerdas desde el comienzo de tu obra. Y da igual cuáles sean estas reglas, son tuyas. Pero si te las saltas sin un buen motivo, estarás rompiendo el pacto creado con el lector.

Y eso genera miedo. Y el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio y el odio lleva al sufrimiento de ver tu obra en el lado oscuro de las estanterías olvidadas.

Manu Gutiérrez