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Autoeditar no tiene tanto misterio si lo piensas… por Roberto Corroto

… lo que tiene es mucho curro. Por eso, lo primero sería olvidarse de la autoedición como un camino sencillo para poner a la venta tus creaciones. Al menos si lo queréis hacer bien, ojo. Si os da igual cómo salga y a quién llegue es otra historia, pero bueno, hablamos de una inversión de dinero que muchas veces sale de tu propio bolsillo, con lo que si os gusta regalar la panoja os aseguro que hay maneras mejores de hacerlo, como comprar cómics de otros autores que se están autoeditando.

Es probable que algunas de las sugerencias que vais a encontrar aquí ya os hayan llegado por otras vías anteriormente. Permitid que aproveche esta no tan pequeña introducción para hacer un símil entre la gente que ha leído o escuchado mis consejos de autoedición, con la gente a la que hay que llegar a través de la promoción de nuestros cómics, si es que nos vamos a decidir por esta vía de publicación.

Seguro que una vez embarcados en este proceloso viaje, habrá muchos a los que la promoción sobre nuestras obras autoeditadas ya le haya llegado. Así como es probable que a algunos de ellos les haya convencido de tal forma que comprasen esos cómics (bendito sea su gusto). Es usual que haga su aparición el pequeño diablo de la duda para colocarse sobre tu hombro, y hacerte pensar que no hay que seguir dando el coñazo a esa base de seguidores que ya tienen el primer número de Las desventuras del tornero fresador, no vaya a ser que nos acaben mandando a la mierda con la voz de Fernán Gómez. Pero siempre habrá otros que se incorporen de nuevas y que se conviertan en potenciales compradores. Dale un manotazo al diablillo y sigue trabajando tanto para unos como para otros.

Es fundamental, sobre todo teniendo en cuenta la escasa vida comercial con que cuentan las novedades hoy día, que todos los que han apostado de alguna manera por comprar tus cómics, sepan que sigues vivo como sello. Eso no implica que tengas que tener un ritmo de producción equivalente a la de las editoriales con muchos más medios. Basta con hacer saber que sigues trabajando en tus próximos lanzamientos, por poner un ejemplo. Las redes sociales son muy útiles en este sentido (a veces es el único motivo para mantenerlas), aunque una buena base de datos te puede abrir las puertas a hacer una newsletter. Yo he llegado tarde, pero he acabado abrazando esta herramienta para tener al tanto a los mecenas de Sicarios Vol. 2 (si no sabes de qué estoy hablando te acabo de sacar la tarjeta roja). Y es que hay que cuidar a tus lectores, los que ya tienes y los que están por venir, como si estuvieran hechos de rodio.

Si aplicamos ese mismo criterio, este artículo puede llegar a gente que no haya leído nada parecido en otras ocasiones y que descubren estos cimientos por primera vez, así como refrescar conocimientos o ampliar repertorio a los que sí lo supieran total o parcialmente.

Dicho lo cual y por si a alguien le quedan dudas, el tema del que estoy hablando es la autoedición, y la finalidad de todo esto es ayudar a quien le interese. Por supuesto estos consejos no están escritos en la tabla de Moisés, y son susceptibles de adaptarse o de coger los que interesen y obviar los que no. No hablamos de fórmulas matemáticas, así que hay que tener cierta flexibilidad y ser lo suficientemente listo como para saber qué es lo que le conviene a nuestras obras.

Autoeditar no implica ser un chapuzas

Y es que muchas veces se asocia un término con otro. No estoy hablando de pagarse una edición de lujo a riesgo de palmar dinero con las ventas. Estoy hablando de que tus obras te representan. Le dicen al lector lo que eres como autor, y si encuentran una rotulación amateur, con faltas de ortografía, una maquetación que haría enrojecer a tu sobrina de 10 años, un contenido mil veces visto, etc. luego no te preguntes que por qué solo has vendido ejemplares a tu familia y amigos.

Si quieres jugar en las grandes ligas, contra presupuestos de aúpa, la única manera de tener alguna oportunidad para conseguir pequeñas victorias es cuidar al máximo este tipo de detalles, aunque luego tires por un formato grapa al alcance de todos los bolsillos. Os hago hincapié de nuevo en que no hay que asociar esto que os digo con dejarse el dinero en una edición de tapa dura, porque precisamente he visto con estos ojitos que se han de comer los gusanos muchas tropelías vestidas de bonito. Ediciones en cartoné que las abres y tienen todos estos defectos que os he detallado antes.

La gente no es tonta y no va a soltar 15 euros por un envoltorio bonito, con un contenido hecho sin el menor cuidado ni un mínimo de conocimiento. Menos aún teniendo infinidad de opciones mejores a su alcance.

Promoción, promoción y más promoción

Y es que el mejor amigo de un autoeditor es el tradicional boca a boca. Si una de esas bocas tiene cierto peso e influencia en redes sociales (no tiene por qué ser un famosete) el mensaje llegará más rápido y a más gente. Eso sí, no confundamos el mantener a la gente informada con dar el coñazo con mensajes automatizados, que es una práctica habitual heredada de los que autopublican literatura en Amazon. Si no tienes nada interesante que decirle a tu base de lectores y/o a los potenciales compradores, es mejor que te lo pienses dos veces antes de martillearlos con un típico mensaje digno de la trasnochada teletienda.

Hay herramientas para programar publicaciones, pero como cualquier herramienta, se puede hacer buen o mal uso, y en este caso abusar de los mismos textos para que salgan cada poco tiempo, lo único que va a hacer es demostrar tu falta de interés o imaginación.

Como os he comentado al principio, no hace tanto que he descubierto el potencial que puede tener una newsletter, sobre todo si se quiere usar con una frecuencia regular: mandarlo el mismo día de la semana puede ser una buena manera de identificar tus envíos con ese momento. Hay estudios que dicen que los martes y los miércoles son el mejor momento para realizar este tipo de envíos en bloque. Los mismos estudios apuntan a franjas horarias entre las 8 y las 9, o entre las 15:30 y las 16 como momentos donde el receptor de los correos tendría más disponibilidad para abrirlos y leerlos. Pero cada persona es un mundo y no sabemos (al menos no de todos) qué horarios tienen, ni si prefieren leer los correos que no sean de trabajo durante las noches, o los fines de semana.

Mi conclusión sobre esto es que no le hagáis mucho caso a los marketers y que aprendáis a base de ensayo y error. ¿Cómo hacer una newsletter medianamente decente sin conocimientos previos? Os recomiendo crearos una cuenta en Mailchimp y echarle tiempo hasta crearos una plantilla que poder modificar en cada envío semanal.

¿Dónde vender tus obras autoeditadas?

Lo ideal a la hora de acometer esta aventura editorial, sería tener una tienda online con un flujo de visitantes regular, pero eso es ciertamente complicado y posiblemente solo nos deje un porcentaje de ventas residual. ¿Qué nos queda? Librerías o eventos. Eventos o librerías. Es lo primero que se nos viene a la cabeza, ¿no? Pero seguro que os estaréis preguntando, ¿y por qué no ambas vías? Pues sí, es una duda de lo más lógica, pero hay que tener presente que también te va a dar el doble de trabajo.

Si a estas alturas no te ha quedado claro que esto no es un huevo que se echa a freír, estás a tiempo de bajarte del tren antes de que arranque. Todos los resultados que estés esperando a nivel de ventas van a depender de la dedicación que le pongas, no solo como creadores sino como editores, correctores, maquetadores, community managers, etc.

Sinceramente, si tenéis que poner toda la carne en el asador, hacedlo en los eventos, aunque claro, para eso también hace falta hacer una inversión en el desplazamiento (si está fuera de vuestro ámbito geográfico) y en el stand. Esto quiere decir que no hay que ir a lo loco en plan: cuantos más eventos hagamos, más caja acumularemos. Fijaos bien en el tipo de público que puede acudir a cada jornada de este tipo y si encaja en el comprador tipo de vuestras obras.

Otro factor a tener en cuenta si dejáis cómics en depósito en librerías es que el librero se lleva un porcentaje de las ventas obviamente. Ese porcentaje puede variar dependiendo de con quién tratáis (25-30%), así que es mejor que ambas partes lo tengan meridiano antes de nada. Y ojo que cuando vayáis a liquidar lo lógico es que os pidan una factura con las ventas realizadas, cosa que antiguamente a veces se pasaba por alto.

¿Formato físico? ¿Digital? ¿Ambos?

Volvemos a lo de antes: teniendo la posibilidad de vender el mismo producto en formato físico y digital, ¿por qué nos vamos a limitar a uno solo? Aquí es algo más razonable dejarse llevar por la lógica, dado que no hay que hacer un producto diferente para venderlo en digital. Teniendo el pdf que le hemos mandado a la imprenta (más o menos) ya tenemos el cómic digital para venderlo. No hay una cuestión de añadir más trabajo como sí pasaba en el anterior punto.

Ahora bien, primero tendrás que tener un sitio donde vender en digital, bien sea en un portal exclusivo junto con otros autores (en España hay pocos), bien sea en tu propia web habilitando una pasarela de pago tipo Gumroad como tenemos nosotros en Zona 00.

Y volviendo de nuevo al tema de vender en tu propia tienda online, si el monto global de lo que vas a vender ahí es residual, piensa en lo residual de lo residual para calcular cuánto correspondería a lo que genera el digital. No sé por qué, pero el cómic digital no ha cuajado en nuestro país. Supongo que seguimos prefiriendo tener el tomo en la estantería que un montón de archivos en la tableta. Ni idea si es una cuestión cultural o más enraizada en asociar el cómic digital con lo gratuito que se piratea en Internet. Lo que tenéis que tener claro es que lo que os venga por ahí puede serviros para cubrir los gastos de la tienda online, por decir algo constructivo.

Eso deja al formato físico como nuestra mejor baza, así que hay que darle la importancia que tiene, es decir, muchísima. Hace años era complicado ir más allá de la fotocopia en blanco y negro y las grapas. Todo lo que saliera de eso era inviable económicamente. Pero desde hace un tiempo, la impresión digital ha hecho que los costes de imprenta se abaraten incluso con una mejoría en la calidad de los acabados.

Mi recomendación es que busquéis una imprenta de confianza previa búsqueda de presupuestos, y que si el resultado y los tiempos de entrega están a la altura de las expectativas, mantengáis el vínculo profesional si no media cualquier problema.

El crowdfunding y la preventa

Nos acercamos al final pero no podía dejar de mencionar dos herramientas que tienen una función similar aunque con matices: el crowdfunding es el juego del todo o nada y la preventa, que sí asegura lo poco o mucho que hayas vendido antes de sacar al mercado tu producto.

Ese matiz podría llevar a pensar que más vale pájaro en mano que ciento volando, pero como casi siempre, el riesgo conlleva una mayor recompensa. Las campañas de crowdfunding juegan con ese aspecto de “o llegamos a X euros o nada” para que los 40 días (en el caso de Verkami) se conviertan en una contrarreloj en la que hay que olvidarse de la premisa de no ser un pesado, porque básicamente te quedas sin tiempo como te descuides.

Eso no da carta blanca para saltarte la máxima de repetir el mismo mensaje un día tras otro, como os he comentado en el apartado de la promoción. Si os decidís por montar una campaña de crowdfunding, preparaos para pasar (como máximo) una cuarentena de angustia cada vez que miras a ver si hay nuevos mecenas que apoyan la campaña.

Y ojo, cuando echéis cuentas de la cantidad a recaudar, porque conozco casos en los que se ha acabado poniendo pasta por no tener en cuenta factores como las comisiones de la plataforma, los impuestos, los gastos de envío, etc.

En el caso de la preventa el mecanismo es más simple, ya que hablamos de abrir un periodo determinado de tiempo en el que los interesados reservan sus copias antes de que el producto salga a la venta. Todas esas reservas no se pierden aunque sumen una cantidad irrisoria. Al igual que con las campañas de crowdfunding lo ideal es incentivar a los interesados con recompensas que no tendrán los que esperen que el cómic salga a la venta oficialmente: láminas, descuentos, contenido extra, cualquier cosa que los motive a hacer su reserva y que retribuya ese paso adelante que siempre se agradece como autoeditor.

Más allá de estos consejos que os he ido listando, la conclusión que os debe quedar tan clara como agua de lluvia, es que no hay atajos en esto de la autoedición. No es el “método sencillo” para ver tu obra publicada a no ser que te mueva un interés huero.

Eso sí, si lo vuestro es un ejercicio de onanismo por tener en las manos (y en las de pocos más) vuestra propia creación, es mejor que no le hagáis caso a todo esto que os he dicho, porque no os llevará tanto trabajo satisfacer esa necesidad.

Ahora, si lo que queréis es hacer las cosas bien, como mínimo no perder dinero en cada edición, llegar a cuanta más gente mejor y que esa misma gente, después de cinco, seis o siete años, siga pidiendo más aventuras de los mismos personajes con que germinó vuestro proyecto, amigos míos, toca remangarse pero bien y asumir que es posible que tengáis que echar más horas a lo que son tareas ajenas a la creación del cómic en sí.

Asumir esto y sacar tiempo y ganas para acometerlo cuando es necesario, es dar un paso muy importante para no pegaros la gran hostia tras lanzar vuestras obras autoeditadas.