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Ojos como platos

Estoy escribiendo esto después de cincuenta y pico horas de auténtico shock. Ha salido la lista PROVISIONAL de los proyectos que se proponen para recibir las famosísimas ayudas de los tebeos de las que ya hablé aquí, aquí, aquí y aquí. También me entrevistaron hace unos días para un reportaje en un diario pero me temo que algo habrá pasado por el camino.

Anonadada me hallo por las reacciones que estoy viendo. Por un lado hay gente que rajó de las ayudas desde el primer día y aún así se presentó. Vale, lícito, lo de cabalgar contradicciones que decía el otro.

También hay quienes juegan a «es que si en vez de tener este sistema tuviesen este otro que a mí me parece mucho mejor el resultado sería muy diferente» Eh… sí, claro…

Luego dicen que hay ayudas dadas a dedo. A dedo, querida amiga, a dedo. ¿Por qué? Vete tú a saber. Mi experiencia habiéndome presentado a diferentes convocatorias dentro y fuera del mundo del cómic es que siempre va a haber alguien que hable de enchufes y de que se sabía de antemano quién se iba a llevar las ayudas.

Otros dicen que se está beneficiando a autoras que ya tienen una situación económica de privilegio. ¡¡¡Una situación económica de PRIVILEGIO!!! En el mundo del tebeo español… es que me quedo muerta. Hablar de privilegios económicos en el mundo del cómic español es vivir tan alejado de la realidad que no merece ni respuesta.

Se señala un proyecto porque «no cumple las bases» cuando en la convocatoria pone «obra» y no se especifica nada más. «Es que eso genera un agravio comparativo con este otro caso» Posiblemente. Debería haberse pedido al ministerio quitar ese punto o redactarlo de forma menos ambigua. Yo no conozco todos los pormenores, pero conozco algunos. Lo que es evidente es que quejarse de una convocatoria porque no me gusta X o Y en octubre cuando la convocatoria salió en mayo es el clásico «me quejo cuando ya poca solución tiene».

Que el ministro prometió unas ayudas es algo que se sabe desde enero de 2024 y se hizo un anuncio más o menos oficial en enero de 2025. En febrero ya hubo reunión para ponerlas en marcha.

Detengámonos un momento: ¿Por qué a esa reunión se invita a Mari Carmen, a Eusebio y a Bernarda? ¿Por qué no se te invita a ti, José Manuel, que tienes una ideas buenísimas y no cejas jamás en hacérnoslas llegar por tus canales habituales? No tengo ni idea, yo no convoqué la reunión.

Ahora bien, hagamos un pequeño ejercicio de empatía: imagina que eres una directora general y quieres poner sobre la mesa una propuesta para las subvenciones y te gustaría hablar sobre ella con gente del sector. Tú ya tienes una base contando con la experiencia previa en ayudas similares y el asesoramiento jurídico necesario y lo que buscas no es que te traigan un modelo diametralmente opuesto al que tú planteas porque no hay tiempo real para algo así. ¿A quién convocas? Puedes escoger, eres directora general, vas a conseguir de forma sencilla el contacto de quien tú quieras. Insisto, ¿a quién convocas?

Aquí algunas saltarán rápidamente a soltar nombres sueltos: a Josefa, a Verecundo, a Pepe que es listísimo…

Pero… sin saber la respuesta correcta, yo me decantaría por gente que formase parte de espacios de participación colectiva. ¿Por qué? Porque a mí la opinión individual de Josefa o de Verecundo, por muy acertadas que sean, me resultan muy poco prácticas. Necesito opiniones colectivas representadas por las personas a las que cito porque así, y solo así, se podrá dar forma a algo que no contentará a todas (porque eso es imposible), pero al menos se podrá decir que se escuchó a una parte colectiva y no se recurrió al clásico español que se extendió con el segundo de los borbones: «todo por el mundillo del cómic, pero sin el mundillo del cómic».

En marzo se celebró la Mesa del Cómic tal y como viene sucediendo en los últimos años. El tema casi único que copó la reunión fue la presentación del borrador de las ayudas y allí se dieron opiniones y pareceres de todo tipo en el tiempo que había.

¿Tenía que haberse ajustado allí mismo el apartado de las bases que se refiere a «tener una obra publicada» para que no se tuviese en cuenta una novela, un ensayo o un poemario y solo pudieses concurrir si habías publicado un cómic? Posiblemente.

¿Era aquel el momento para establecer qué significa la cláusula referida a la «obra inédita» y reflejar de forma clara que el propio sentido común y la ley de propiedad intelectual ya establecen que en ningún caso enseñar en tus redes sociales un fragmento de una obra equivale a tenerla publicada? Posiblemente.

¿Se podía haber dicho en aquella reunión que es injusto establecer un baremo que trate de paliar la brecha de género que existe en el cómic español? Pues… Mira… No. Aquí me temo que no hay debate posible. Las cifras están ahí, son públicas y cualquiera puede verlas. Existe una brecha de género evidente. ¿Y sabes qué? Que se dijo, en aquella reunión se dijo lo contrario y encima de muy malas formas.

Y cuidado, que no estoy diciendo que no se pueda protestar, criticar, reivindicar o denunciar todo lo que se considere injusto.

Yo mismo lo hago con cierta frecuencia. Pero asumo mi total irrelevancia porque me quejo aquí y, de vez en cuando, en alguna red social.

Al final el problema es ese: sabemos que existen los espacios de participación colectiva, sabemos que la única manera de construir una voz sólida es utilizándolos y siendo muy pesadas desde ellos, pero a la hora de la verdad, cuando toca meterles sacos de horas a esos espacios recurrimos inmediatamente a las tres palabras mágicas que todo lo pueden: «no tengo tiempo».

Convertimos nuestra falta de tiempo en lanzar soflamas rápidas y en gritar mucho en algún espacio que pertenece a algún millonario. Eso acaba derivando en que salen unas ayudas para todo el sector y el resultado es que por un lado tenemos autores señalándose entre ellos y por el otro estamos los que vamos de listos diciendo que «esto sería mucho mejor si se hace como yo digo, es que vamos, no hay color».

Mientras tanto, en esos espacios de participación colectiva, la sensación es de que suenan los grillos cada vez que se piden manos, que se pide opinión o que se pide acción real. Siempre acaba pasando lo mismo: se apuntan 70, acaban asumiendo horas 10.

El tiempo que hubo para poner en marcha las ayudas estaba muy limitado al plazo en el que debe estar abonado el dinero porque de no hacerse en ese plazo se pierde. ¿Por qué? No tengo ni idea, no sé exactamente cómo funcionan estas cosas, pero sé que es algo que estaba encima de la mesa desde el primer momento.

Teniendo en cuenta que existió esa premura ¿podría haberse sacado una convocatoria mucho más pulida, con todas las aristas bien limadas, con todos los debates hablados y rehablados, con la lupa encima de todos y cada uno de los detalles? No lo sé.

Lo que sí sé es lo que pasó cuando se pidió participación en los espacios colectivos de los que formaba parte en aquel momento. Ni participaron ni opinaron muchos más de la mitad. El sector está atomizado. Cuando se quieren generar espacios colectivos se ponen en el centro muchísimas más cosas antes que el colectivo en sí. Tenemos trifulcas, traiciones, puñaladas, broncas antiguas, broncas nuevas, yo, yo, yo, yo.

Y me incluyo, eh. Que nadie se engañe: me pongo de primero si hace falta.

Insisto: se puede criticar, comentar, opinar, enfadarse y hasta es posible que se tenga la razón en algún momento. Hay aspectos que se han interpretado y ejecutado de forma muy lesiva para varios autores y eso no puede ser, no debería ocurrir y, si van a seguir existiendo las ayudas, debe corregirse.

Ahora bien, no nos hagamos trampas tampoco, si no tomas acción solo te queda la reacción. Si no formas parte de los espacios a los que se consulta a la hora de tomar las decisiones después solo te va a quedar reaccionar a las decisiones tomadas por los demás.

Y sí, la reacción y la protesta forman una parte importantísima en cualquier sector. Pero la acción también y si no participas de ella ya lo harán otros por ti ¿y sabes qué? que son los que te caen mal, los que una vez te hicieron noséqué o dijeron que nosécuánto o no son de fiar o son muy altos o muy bajitos o muy rubios o muy aries o tienen muy poca trayectoria o tienen demasiada o una vez en el 97 hicieron un chiste que a ti no te gustó o una vez en el 21 te rebatieron algo en twitter…

Sí, sí, lo que quieras. Yo tengo clarísimo cuáles son mis excusas, analiza tú las tuyas. Mientras tanto, quizás deberíamos aprender de una vez que por mucho que nos rebatamos las unas a las otras en facebook durante semanas todo ese tiempo invertido no sirve de nada en absoluto.

Es irrelevante. Te llames Paco, Lucía, Manuel o Susa. Tengas siete Eisners o solo hayas ganado el premio de dibujo del instituto. No sirve de nada y no se va a tener en cuenta en la toma de decisiones por mucho que creas que tu cámara de eco y tu repercusión son súper importantes.

¿Quieres actuar? Genial, actúa, hay mogollón de espacios para hacerlo. ¿Quieres opinar desde fuera y reaccionar cuando consideres oportuno? Genial también, por supuesto, pero eso sí, sé consciente de tu irrelevancia.

Yo lo hago y hasta se puede sonreír y todo.

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