Estás acostado en cama, antes de dormir. O tal vez estás lavando los platos, dando un paseo, o viendo una peli. El caso es que de repente, llega la idea. Esa bombilla que se te enciende y que llena tu cabeza de imágenes flotando alrededor de un argumento en pañales. Luego, con más calma, empiezas a ordenarlas en tu cuaderno u ordenador, y consigues dar forma al proyecto de un futuro tebeo.
Ahora viene una de las partes más complicadas para un guionista de cómic: encontrar al compañero o compañera de viaje que convierta en dibujos tus letras. A veces tiras de gente que ya conoces, otras te arriesgas a proponer la historia a algún artista de tu gusto. El caso es que, con suerte, ese dibujante dice sí. ¡Genial! ¡El proyecto saldrá adelante y en algún momento se convertirá en un tebeo! O eso es lo que crees…
Pocas cosas hay más frustrantes que desarrollar un guion, encontrar un dibujante, y darte cuenta de que el tiempo pasa sin que haya avance alguno. Has dedicado muchas horas a pensar, investigar, leer, escribir y reescribir, pero parece que esa idea tan ilusionante se va a quedar en un cajón porque los meses pasan, y las páginas no llegan. Cada cierto tiempo, no sin culpa, uno intenta preguntar cómo va la cosa, si hay algún paso adelante, si se necesita algo de ti… y a menudo la respuesta es que todo va bien, que en algún momento todo empezará a arrancar y las páginas llegarán a chorros. Que tengamos algo de paciencia.
Yo, que también he sido dibujante, sé que meterse en un proyecto de novela gráfica es un viaje largo y lleno de obstáculos, cuya meta no siempre ofrece la recompensa merecida, por eso entiendo perfectamente que un dibujante se retrase, o incluso tenga que abandonar el equipo para centrarse en tareas que den más dinero. Nunca me parecerá mal que alguien abandone por estas u otras razones. Esto hay que dejarlo claro, porque aquí no se puede exigir. Nadie es jefe de nadie. Es un equipo, una sociedad donde cada cual debería aportar sus ideas y absorber las del otro en igualdad de condiciones.
El caso es que, por mucho que efectivamente el trabajo del dibujante requiera más dedicación y esfuerzo, uno pone mucha ilusión en sus proyectos, y es realmente decepcionante pensar que todo ese trabajo se va a quedar sin nada. Al final pasa el tiempo, la ilusión desaparece, y los proyectos se diluyen como principios activos en medicamentos homeopáticos. Uno se cansa de preguntar, hasta se siente mal al hacerlo, así que no es extraño que se centre en otros trabajos que sí avanzan, y acabe olvidando esos otros en algún cajón perdido de su escritorio, o alguna carpeta furtiva de su disco duro.
A mí me ha llegado a pasar, y por lo que he leído no soy el único, que el dibujante quiera que yo plasme en forma de guion alguna idea suya. Y lo he hecho. 100 páginas de historia, con todo el esfuerzo que eso conlleva, que luego el dibujante jamás ha empezado. Este caso es más delicado todavía, porque al no ser la historia enteramente tuya, no tienes la posibilidad de que otro artista le de vida.
Como decía antes, entiendo perfectamente que vivir del dibujo es duro, que una novela gráfica es una tarea que lleva años y que no siempre está bien remunerada, y que muchas veces uno tiene que compatibilizar esos proyectos con otros más productivos. Por eso, es totalmente comprensible que un dibujante tenga que abandonar en algún momento.
Lo que los guionistas necesitamos es simplemente saber que ese momento ha llegado. Que el dibujante no puede hacerse cargo de esa historia y la dejará libre para que otro se haga cargo de ella.
Entiendo que eso no es fácil, porque uno se encariña con los protagonistas y su historia, pero lo mejor que se puede hacer por esos personajes, es que vivan sus aventuras de la mano de alguien que pueda dedicarles el tiempo que merecen.
Por eso, mi llamamiento es a aquellos dibujantes que mantienen atascados y siguen encadenados a proyectos que no pueden sacar adelante. Por favor, liberadlos. Estoy seguro de que los guionistas no solo no se enfadarán por ello, sino que lo agradecerán enormemente. Y también lo harán los nuevos dibujantes que conviertan esos guiones en grandes tebeos; y sobre todo, los lectores que disfruten de ellos.