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La eterna pescadilla

El 20 de diciembre de 2023 se publicó el Real Decreto Ley 6/2023, que atiende una antigua reivindicación del sector artístico y cultural por la que se lleva peleando años y años: que las federaciones, uniones y asociaciones profesionales puedan proteger a sus integrantes de violaciones de derechos y de prácticas ilegales.

En unos días se cumplirá un año de ese logro y ¿qué ha pasado desde entonces? Poca cosa.

Ya en 2023 y durante todo 2024 estuve pululando por diferentes eventos comiqueros por aquí y por allá y ¿que me encontré en todos ellos? Un relato similar, o más bien, decenas de relatos que siempre parecen el mismo.

Una te cuenta que tardó meses en cobrar una factura de menos de mil euros, otra te dice que su última obra es imposible de encontrar en una librería porque no está distribuida en condiciones. Otro te cuenta que le fue medio bien porque se agotó una primera edición, pero la segunda hace mucho tiempo que debería haberse impreso pero jamás se imprimió. Alguno te dice que tiene el interés de una editorial, de una que dice que quiere «hacer bien las cosas», pero el contrato nunca llega.

Y todas esas historias son siempre la misma y suelen acabar en el mismo punto: autoras machacadas que cobran muy poco, obras que salen muertas al mercado y la trituradora en marcha a tantas revoluciones que hace que cualquier reflexión al respecto salte por los aires.

Mientras todo esto ocurre de forma cotidiana, la búsqueda de soluciones siempre apunta hacia fuera. Siempre se espera a que lleguen ayudas directas al sector para ver si así al menos matizamos el olor.

Y aparece la pescadilla, la eterna maldición cíclica que parece haberse apropiado del relato: tú, si tú, cobras poco, pero no te preocupes, porque es un adelanto, es solo un anticipo. Si la obra sale bien se venderá mucho y entonces cobrarás lo que de verdad vale tu trabajo.

Venga, pongamos que hacemos un esfuerzo titánico y aceptamos esa premisa. Sabemos que no es justa, pero la aceptamos, compramos ese entramado y hacemos lo que podemos para hacer buenas obras mientras lo compaginamos con uno o con dos trabajos más.

Trabajamos en una primera ocupación lo que diga el contrato en cuestión. Pueden ser 20, 30, 40 horas… y dedicamos el resto del tiempo a hacer tebeos porque, qué demonios, nos encanta hacer tebeos. Intentamos cumplir los plazos porque ante todo somos profesionales y sacrificamos cualquier tipo de vida social o familiar y nos quedamos aislados.

Trabajamos a solas. Se supone que alguien de la editorial debería ir acompañándonos durante el proceso, dándonos feedback, opinando, comentando, remando con nosotras a favor de obra, pero… no hay tiempo para eso, la máquina reclama cada vez más y más atención y la relación necesaria, la comunicación imprescindible que necesita alguien que trabaja a solas es cada vez más inexistente o te van respondiendo cuando se puede, cuando no hay «cosas más importantes».

Parece ser que mantener una comunicación fluida entre los que hacen los tebeos y los que los imprimen y los venden no entra dentro de «las cosas importantes».

Venga, aceptamos eso también. Sabemos cómo son las cosas, la industria no puede parar un rato porque tú te sientas insegura o sientas que estás yendo a ciegas sin ningún control. Madura, coño, que ya tenemos una edad.

Ya que estamos aceptando cosas, aceptemos todo el paquete. Aceptamos correr nosotros con ciertos gastos en la promoción de nuestras obras. Aceptamos hacer nosotras envíos de prensa. Aceptamos sentarnos a trabajar en un evento durante horas por la cara. Aceptamos llegar a una librería a varios cientos de kilómetros de nuestra casa y descubrir que nadie ha hecho su trabajo.

E insisto, cuando se habla de todo esto, siempre hay alguien que apunta hacia fuera: necesitamos una línea de ayudas para X o para Y. Necesitamos un acuerdo con X o con Y que garantice que las bibliotecas/colegios/institutos/universidades/etc compren cada año X miles de tebeos y todo irá de lujo.

Pues… me encantaría aceptar eso también, pero…

¿Son necesarias las ayudas institucionales? POR SUPUESTO, cuantas más mejor, necesitamos que se proteja el tejido cultural, especialmente a las patas más empobrecidas. Es una cuestión de inteligencia, de dignidad y, sobre todo, de patrimonio.

¿Van a salvar las ayudas institucionales al sector de los tebeos en España? Ayudarán y mucho a crear un ecosistema mucho mejor, eso sin duda. El simple hecho de que desde todo un Ministerio de Cultura se hable de tebeos como parte del entramado artístico nacional es muy relevante y necesario.

Todo lo que venga de fuera. Repito, todo lo que venga de fuera a nivel institucional vendrá bien siempre que ponga el foco en toda esa parte del sector que no es que no llegue a fin de mes, es que hace cómics en el tiempo libre que le deja su trabajo de verdad.

El problema real es que mientras las ayudas llegan, mientras las instituciones se implican, la realidad llama a la puerta y nadie parece querer abrir.

Pregunta a la gente. En serio, pregunta. Puedes hacerlo en cualquier evento comiquero de nuestra geografía, acércate a las autoras y pregunta cómo les va.

¿Cuántos te dirán que han tenido que estar insistiendo meses para cobrar una factura? ¿Cuántas te contarán que nunca recibieron ni certificados de cuánto se imprime ni de cuánto se vende? ¿Cuántos te hablarán de que han saldado sus obras sin su consentimiento?

Y existen muchas cuestiones más. Con un gran problema: esas «cosillas», esos «asuntillos» que se replican por aquí y por allá pasan por encima de la ley, arrasan con las reglas del juego.

¿También tenemos que aceptar eso?

O sea, además de aceptar el pluriempleo, los sacrificios vitales, los sacrificios económicos, el ir de aquí para allá corriendo con varios gastos, el llegar a un sitio a cientos de kilómetros de tu casa para comprobar que nadie ha hecho su trabajo, el empeoramiento brutal que todo eso causa en nuestra salud mental y un porrón inmenso de cosas más, también se nos pide que aceptemos que entra dentro de la normalidad incumplir las leyes.

Si te dicen que te pagan a la firma del contrato y no te pagan hasta que insistes tres o cuatro veces están incumpliendo una ley. Si te dicen que te pagan al entregar una obra y no te pagan hasta que insistes diez o doce veces están incumpliendo una ley.

Si no te mandan un informe detallado de todas las ventas que se realizan de tu obra año a año están incumpliendo la ley. Si cuando lo pides sustituyen un informe detallado por un mail en el que ponen un número cualquiera sin ningún documento que acredite lo que dicen están incumpliendo la ley.

Si se agota una edición de tu obra y durante los doce meses siguientes no se saca una segunda se está incumpliendo la ley.

Y todo esto es la pescadilla de siempre. ¿Deberían las asociaciones utilizar esa facultad que tienen desde el 20 de diciembre de 2023 y empezar a demandar todas estas cosas? Pues no lo sé.

Lo que parece claro es que sigue haciendo falta un sitio para hablar de todo ello. Parece cada vez más urgente, porque no es un tema de malestar, no es una cosilla que afecte a tres o cuatro casos aislados. Se incumplen contratos y se pisotean leyes en el mundo del cómic todos los días. Todos y cada uno y hay que buscar soluciones en común que vengan desde dentro del sector.

¿Es eso posible? ¿Pueden sentarse en torno a una mesa las diferentes patas del sector para hablar de las cosas que no pueden seguir pasando?