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Herramientas básicas para escribir una historia: el guion

Para esta parte de la serie de «herramientas básicas» (seguramente la más importante) he contado con la inestimable colaboración de diferentes compañeros y compañeras de la ARGH que me han cedido parte de sus trabajos para poder elaborar este (espero que útil) articulillo sobre uno de esos enigmas que te asaltan cuando un día se te enciende el cosquilleo interno de los tebeos: ¿por dónde empiezo un guion y qué forma tiene?

Pero antes de empezar me gustaría apuntar algunas cosas:

Cosa 1. A la hora de escribir tebeos no existe un formato estándar como puede existir en el cine, en el teatro o en la ópera, así que es muy probable que te encuentres tantos modelos como guionistas a los que le preguntes cómo lo hacen. Ahora bien, sí que existen una serie de pautas muy similares y que tienen todo el sentido del mundo si te fijas en cómo se hacen y en cómo se leen los tebeos.

Cosa 2. La gente que guionizamos para las viñetas tenemos un único lector: la persona que vaya a dibujar el cómic. El resto de implicados en la creación de una historieta se leen argumentos, sinopsis, storyboards, páginas a lápiz, páginas a tinta o páginas acabadas, pero guiones, lo que se dice guiones, no suelen leer nunca o casi nunca, salvo contadísimas excepciones de gente muy honrosa y con la paciencia de mil santos cristianos. Por eso, lo fundamental y más importante es intentar que todo quede lo más claro posible para esa persona. Para conseguir eso se puede recurrir a lo que sea.

Cosa 3 (extra). Stan Lee está muerto. El método Stan Lee no era un método. Por mucho que a alguien le haga gracia no era gracioso, era una putada. Llamarle guionizar a eso es como llamar arquitecto al faraón que encarga una pirámide.

Además de esas tres cosillas, me gustaría también irme un instante al maravilloso universo de mi anecdotario personal (perdonadme por tener el alma de un yayo encerrada en este cuerpo diminuto). Recuerdo como allá por el año 2012 cuando por fin me dije a mí mismo «eh, podrías escribir tebeos» que mi primera reacción fue buscar en la internet: «¿cómo se escriben los tebeos?» y recibir una cantidad ingente de material confuso y cambalachesco que me sirvió entre poco y muy poco.

Entre eso y mi vagancia extrema a la hora de ponerme a leer cosas en inglés, acabé recurriendo a una mezcolanza entre lo que yo creía que podía valer, lo que se podía leer en los extras de algún cómic y lo que podía preguntar vía facebook. ¿Llegué a algo? Pues… sí, eso seguro, pero a veces me da la sensación de que mi forma de trabajar igual peca de cansinismo…

En fin, vamos allá, empezaremos por lo principal y recuerden, pueden ver el resto de herramientas para esto de juntar letras aquí, aquí y aquí.

Los dos bloques principales: guiones literarios y guiones técnicos

Como bien dice el enunciado existen dos grandes bloques muy diferentes entre sí y que son los más utilizados a la hora de escribir tebeos.

Pero cuidado, me refiero a guiones escritos para ser dibujados por otra persona. Los autores y autoras integrales (eso de “autor completo” deberíamos desterrarlo de una vez porque implica que hay autores y autoras incompletos) puede que no escriban guion alguno (conozco casos así), puede que vayan directamente al storyboard o puede incluso que vayan a saco a por la página. ¿Y qué tiene de malo? Nada en absoluto.

Retomo, los dos grandes bloques se agrupan en función de quienes recurren a un guion literario y quienes recurren a un guion técnico.

¿Y eso qué es? ¿Cuál es la diferencia? Pues la mayor de todas ellas es que en los primeros, los literarios, la escritura se divide por escenas y esa es además su unidad mínima. En los segundos, los técnicos, la escritura se divide por páginas y la unidad mínima son las viñetas.

Vale, vale, esto igual ha quedado un poco confuso, así que voy a desmenuzar un poco más.

Guiones literarios

Un guion literario desarrolla una historia de principio a fin dividiéndola por escenas.

Los guiones de este estilo suelen escribirse en presente y en tercera persona y cada escena representa una unidad de tiempo y lugar, es decir, cuenta algo que ocurre en un espacio determinado y en un momento concreto. Si cambiamos de lugar o introducimos un cambio brusco de tiempo pues abrimos una escena nueva.

La división entre escenas suele hacerse mediante encabezados que nos indican cómo es la naturaleza del espacio en el que va a transcurrir cada escena.

En la siguiente imagen de ejemplo se puede ver cómo en el momento en el que el personaje abandona la calle (EXT. PLAZA DE LAVAPIÉS – DÍA) para entrar en un bar (INT. CAFETERÍA DE LAVAPIÉS – DÍA) se coloca un nuevo encabezado.

Justo después de arrancar la escena comienzan las acciones y descripciones, es decir, pequeños párrafos (a veces no tan pequeños) que van narrando lo que sucede en la escena en tiempo presente, en el aquí y ahora de los personajes. Hay quien incluso marca esos párrafos utilizando cursivas o algún color diferente para que sea evidente de un simple vistazo qué es acción o descripción y qué es todo lo demás.

En este ejemplo perteneciente a Ofensiva final, escrito por Miguel Ángel Giner y dibujado por Susanna Martín, se ve cómo el guionista numera cada escena y separa esos párrafos de todo lo demás para que de un golpe visual se sepa dónde está cada cosa y no haya que deambular por la página para buscar alguna información.

Teniendo claro cómo contamos lo que hacen los personajes y cuando pasamos de una escena a la siguiente, ya solo quedaría hablar de lo que dicen los personajes, o sea, de los diálogos.

En realidad, en su forma más básica, es muy sencillo: personaje A dice algo y personaje B responde.

Sin embargo, a veces lo complicamos con intención dramática añadiendo las reacciones que generan las palabras de unos en los otros. Por ejemplo, en El espíritu del escorpión dibujado por Pablo Caballo y con guion de este que les habla, prácticamente cada línea de diálogo va sucedida por una o varias líneas de acción en las que se pueden ver esos gestos reactivos.

Esto sería, muy resumido, lo que habría que contar con respecto a los guiones literarios.

A mayores se podría hablar de un montón de herramientas técnicas que podrían ayudar a su redacción como escoger el momento en el que se entra o se sale de cada escena para incrementar o rebajar el ritmo narrativo, como trabajar un cambio de polaridad en cada escena para marcar golpes que hagan avanzar la trama o todo lo referente a la creación de secuencias de montaje, pero todo eso es mejor dejarlo para más adelante para no embarrar demasiado.

Nota aclaratoria y puede que innecesaria: quizás alguien que conozcas le llame secuencias a las escenas y escenas a las secuencias. Todo ese follón terminológico se debe a flagrantes errores de traducción de cuando el bosque de Endor no eran más que cuatro arbustos pelaos. La unidad de tiempo y espacio es una escena, pero ¿sabes qué ocurre si le llamas secuencia? Nada, mientras sepas lo que haces como si quieres llamarle sofá cama.

Guiones técnicos

Un guion técnico también desarrolla la historia de principio a fin, pero no lo hace escena a escena, sino página a página.

Es más, dentro de cada página, el guionista describe cómo va transcurriendo la acción viñeta a viñeta sentando las bases de la narrativa visual en la historia.

En función de la minuciosidad que requiera cada dibujante, se dan ejemplos muy diferentes.

En esta página de Dreambreaker, dibujado por Fran P. Lobato y con guion mío, se puede ver cómo a veces los guionistas recurrimos a acompañar el texto con un pequeño croquis con el que indicar la cantidad de espacio que va a requerir cada viñeta.

A continuación se puede ir marcando el contenido de cada panel haciendo indicaciones de tipo de plano, angulación y colocación dentro del encuadre.

Cada página de guion técnico o cada viñeta dentro del mismo puede incluir tanta información como el guionista quiera añadir.

En esta página de Progenie, escrito por Javier Marquina se puede leer cómo algunas descripciones de los personajes se incorporan ya en el propio texto y en el mismo momento en que aparecen en imagen.

Al igual que ocurría con los guiones literarios, también hay guionistas que prefieren marcar los diálogos de forma diferente en el documento para que se puedan reconocer de un solo vistazo.

De este modo resulta mucho más fácil saber qué viñetas irán acompañadas de bocadillos y cuáles no con tan solo ojear el texto.

Ese es el caso de La increíble historia del hombre elefante con guion de Alba Soprano y dibujos de Oriol Pérez.

O el caso de Alicia Palmer en Amelia. Historia de una lucha que recurre a las mayúsculas para marcar las líneas de cada personaje.

A veces incluso hay quienes recurren a recursos típicos del guion literario llevando los diálogos a un espacio centrado y fácilmente reconocible como el caso de Paco Hernández en su Trevor, a Space Odissey.

También hay autores que aprovechan el guion técnico para incluir enlaces o fotografías dentro del mismo archivo para facilitar la documentación. Este es el caso de O segredo da serpe de Abel Alves.

En cualquier caso, la función del técnico siempre es la misma: tratar de aclarar lo máximo posible la imagen requerida para quien tenga que dibujarla y situarla espacialmente dentro de la página.

Para ello hay quienes crean incluso un sistema de coordenadas en el que marcan el número de filas de viñetas y dónde irá colocada cada una. Eso hace Javier Mora en el guion de Moresnet.

Y, ya para terminar con esto y ahondar en que hay tantos métodos como guionistas, quiero destacar el trabajo de Alex Martínez Ruano que utiliza un sistema de filas y columnas muy organizado y bien estructurado.

¿Hay un modelo mejor que otro?

Pues no, en realidad el único modelo bueno es aquel que permita una mayor fluidez y comunicación entre guionistas y dibujantes.

De hecho me gustaría terminar con un ejemplo de cómo incluso entre la misma pareja creativa se puede ir saltando de un tipo a otro con el paso del tiempo y a medida que la relación laboral se va afianzando.

La trilogía Sello de dragón escrita por Manu Gutiérrez y dibujada por Xulia Vicente arrancó con guiones de aspecto mucho más técnicos en la primera parte.

Y en la segunda.

Para pasar a utilizar un guion totalmente literario para cerrar la saga.

Y esto demuestra que al final lo único importante para todo esto es que exista un entendimiento con la otra parte y para ello cabe utilizar el recurso que sea.

Con esto se acaba este breve recorrido por las herramientas más básicas que tenemos a nuestra disposición para construir historias viñeteadas.

Eso sí, recuerda, son herramientas, no son normas ni reglas ni mandamientos ni nada por el estilo, puedes utilizarlas o no, eso ya es cosa tuya.