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¿Deberían cambiarse las bases del Premio Nacional de Cómic?

En su primer artículo, la Ley de Propiedad Intelectual dice: «La propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación». Y en el segundo: «La propiedad intelectual está integrada por derechos de carácter personal y patrimonial, que atribuyen al autor la plena disposición y el derecho exclusivo a la explotación de la obra, sin más limitaciones que las establecidas en la Ley».

Si nos llevamos esto al mundo del cómic se entiende claramente que las autoras somos propietarias de nuestras obras desde el mismo momento en el que las creamos y que solo nosotros y nadie más tiene la capacidad de explotarlas.

Por eso, cuando llegamos a algún acuerdo con una editorial para que nuestra obra se convierta en miles de copias que se distribuyen en librerías y otros puntos de venta lo que firmamos es una cesión de ciertos derechos de explotación. Y ninguno de esos derechos cedidos puede arrebatarnos la autoría (es más, no hay nada que pueda quitárnosla).

Esa obra y todas las que hagamos serán nuestras. ¿Es usted español? Pues se podría considerar sin lugar a dudas que la obra generada por usted comparte su misma nacionalidad.

¿Y a qué viene todo esto? se preguntará más de uno. Pues a que hace unos meses volvió la polémica cíclica en torno a si debería premiarse y reconocerse en España a obras cuya primera edición se realiza fuera de nuestras fronteras.

Creo que existen varios debates diferentes en todo esto.

¿Puede una obra tener una nacionalidad para la autoría y otra para la edición?

Sí, por supuesto, de hecho ocurre todo el tiempo. Como bien dice la LPI, basta con que en la obra participe un autor español (al menos en Europa) para que se la pueda considerar española.

A partir de ahí son las autoras las que deciden a quién ceden sus derechos para explotarla. ¿Deciden cederlas a una editorial polaca, alemana, italiana o francesa? Genial, eso no variará un ápice su nacionalidad.

Pero cuidado, sí que varía la nacionalidad de la edición. Será una edición polaca, alemana, italiana o francesa de una obra de autoría española.

Podría incluso haber más variantes. Imaginemos que una editorial neerlandesa acude a un guionista español y una dibujante lusa para pedirles que hagan una novela gráfica. Imaginemos también que el encargo incorpora (como es habitual en gran parte de lo que se encarga en Europa) un porcentaje de regalías en concepto de derechos de autor. Una vez terminada y lanzada al mercado estaríamos ante una obra de autoría hispanolusa y edición de los Países Bajos.

¿Qué ocurre con los premios y los reconocimientos?

En la polémica surgida hace meses se comentaba que un grupo más o menos nutrido de autoras que trabajan especialmente en el mercado francobelga estaban interesadas en la posibilidad de que algún día se modificasen las bases del Premio Nacional de Cómic para que puedan concurrir todas las obras de autoría española.

El revuelo que se montó lleva siendo el mismo desde hace tiempo y la solución podría parecer sencilla. ¿Son las obras de esas autoras «obras españolas»? Pues sí, con la ley en la mano es evidente que sí.

Pero, dicen las bases de la última convcatoria: «El Premio Nacional del Cómic distinguirá la mejor obra de este género dibujada y escrita por autoras o autores españoles, en cualquiera de las lenguas oficiales españolas, publicada en España en su primera edición entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2021».

¿Por qué se insiste en que la primera edición debe ser española? Pues… me parece más que evidente… Estamos hablando de un galardón concedido por el Ministerio de Cultura, quedaría muy extraño premiar cualquier otra cosa.

La labor ministerial con respecto al cómic consiste en promoverlo, darlo a conocer y hacer todo lo posible por ayudar a su industria. Eso es mucho más complicado de conseguir si se entrega el «reconocimiento más importante de la historieta española» a una obra editada en Italia y licenciada posteriormente a una editorial de Badajoz.

¿Deberían cambiarse las bases o dejarlas en un mucho más escueto «El Premio Nacional del Cómic distinguirá la mejor obra de este género dibujada y escrita por autoras españolas, publicada entre X y X»? Pues no lo sé. Está claro que hay una buena discusión ahí.

¿Queremos reconocer las obras o deberíamos abrir el espectro para reconocer a las autoras? Otra cuestión complicada.

Dentro de los conocidos como Premios Nacionales del ámbito del Libro, la Lectura y las Letras se conceden cada año quince galardones. Diez de ellos se otorgan a obras concretas publicadas durante el año anterior y los cinco restantes reconocen la labor de una persona concreta (o de una entidad o empresa) por la contribución dentro de su ámbito.

¿Podría el Premio Nacional del Cómic equipararse con el Premio Nacional de Ilustración y así premiar autoras en vez de obras? Podría.

Temas de fondo

El Premio Nacional está dotado con 20.000 euros y uno de los argumentos más esgrimidos por quienes discuten la revisión de sus bases es que ese dinero debería ir destinado a alguien que trabaja directamente en el mercado nacional porque al trabajar para otros mercados se gana mucho más.

Y sintiéndolo mucho, aquí no puedo estar más en desacuerdo.

En una encuesta publicada hace unas semanas en este mismo blog sobre la situación de las guionistas de cómic en España se podían leer cosas como: «Ante la siguiente cuestión que formulaba: “¿Cuántos fueron tus ingresos por escribir guiones de cómic en el año 2021?” poco más de un 51 por ciento aseguraron haber percibido menos de 1000 euros en total por todos los trabajos que hubiesen publicado, algo más de un 17 por ciento obtuvo entre 1000 y 3000 euros…». Es decir, una mayoría amplísima de los guionistas preguntados recibieron menos de tres mil euros en todo un año por sus obras.

La situación no solo es precaria, va mucho más allá, es de una miseria total y absoluta. Obliga a relegar la creación a una segunda o tercera actividad e imposibilita la profesionalización dentro de nuestras fronteras.

¿Esto lo arreglan 20.000 euros a una obra o a un autor? Rotundamente no.

¿Contribuye a visibilizar el arte? Puede. ¿Es importante que exista el premio? Sí, pero…

Si se quiere de verdad apoyar al colectivo de autores y autoras con medidas sufragadas con dinero público podrían crearse becas dignas. Y, por supuesto, leyes. Por ejemplo para que deje de pagarse a los autores única y exclusivamente con regalías y empiece a aplicarse un pago apropiado a las horas de trabajo invertidas en la creación de la obra. También para reconocer la intermitencia de nuestro trabajo y crear un sistema de cotización acorde a ella o para garantizarnos un desempleo digno y unas cuantas cosas más.

Si tenemos una situación en la que muy pocas de las autoras que trabajan para el mercado nacional ingresan cada año por sus obras más de 9.535 euros (es decir, la cifra fijada como el umbral de la pobreza para una persona que vive sola) y, más bien al contrario, muchos de ellos dicen percibir menos de 3.000 e incluso menos de 1.000, se podría decir que la discusión se queda algo descafeinada.

Un Premio Nacional no debería servir nunca para «arreglar» un problema de fondo. Que se conceda es maravilloso. Todo lo que haga que se hable un par de días en medios de comunicación generalistas sobre cómic es bienvenido y ojalá se hablase mucho más.

¿Que las bases se deberían cambiar y abrir las puertas o cerrarlas del todo y hacerlas aun más restrictivas y premiar solo obras editadas como primera edición en España y que no hayan impreso más de dos mil ejemplares? Pues ni idea. Pero a veces caemos en la trampa de la «compensación». Y yo he caído en ella muchas veces.

Cuando se habla de que el premio sirve para compensar que en España se paga muy poco está muy claro que decimos una verdad innegable. Y eso nos lleva a la terrible realidad de que necesitamos que se nos compense porque ahora mismo el sistema editorial no está garantizando pagos apropiados por el trabajo.

Y eso mismo ocurre con una inmensa cantidad de concursos (públicos y privados) en los que se ofrecen cantidades que pueden parecer «altas», pero que nunca cubren (ni se acercan) el tiempo invertido para crearlas y además, en muchos casos, ya se considera a esas cifras tu adelanto de royalties.

La pregunta

Una vez expuesto todo esto solo queda recuperar la pregunta que da título al post (y que funciona perfectamente como clickbait): ¿Deberían cambiarse las bases del Premio Nacional de Cómic? Pues no lo sé. No tengo una respuesta clara.

Sé que las obras pertenecen únicamente a sus autores y que las ediciones pertenecen a las editoriales. El modelo actual coloca las ediciones por delante de las obras y eso es una de esas decisiones que desde un punto de vista institucional son muy de «hacer país».

Ahora bien, si alguno de los otros premios nacionales dentro del mismo ámbito se podría llegar a considerar como un primo hermano para el del cómic es el de la ilustración. En ese directamente se dice: «El Premio Nacional de Ilustración, correspondiente a 2022, tiene por objeto reconocer y distinguir el conjunto de la labor realizada por una ilustradora o ilustrador español en el ámbito del libro y de las letras en cualquiera de las lenguas oficiales españolas».

No es para una obra enmarcada en ningún período temporal sino al conjunto de una labor artística. Quizás ese sería un buen camino y la forma de reconocer a mucha gente para la que se reclaman otros reconocimientos como el Premio Princesa de Asturias de las artes o diferentes medallas.

Eso acabaría con alguna de las discusiones y, sin duda, abriría otras nuevas, pero es lo que yo haría. Al menos hoy.