Saltar al contenido

5 consejos poco habituales para guionistas

Si en el artículo anterior nos dedicamos a hablar sobre el tiempo, sobre cómo organizarse bien como principal manera de gestión y sobre el agujero negro interdimensional que ha decidido abducir a buena parte de los editores, hoy toca hablar de algo bien diferente.

Cada vez que veo un post de esos de «5 consejos útiles para escritores» o «10 consejos que harán que escribas una obra maestra» me doy cuenta de que son siempre los mismo consejos: lee mucho, escribe todos los días, trabaja las estructuras, sé ordenado, acuéstate pronto, no mezcles tipos de bebidas alcohólicas cuando salgas…

Parece que el mundo de aconsejar a escritores nuevos y veteranos ha tocado techo, ya se han dado todos los consejos que se podían dar y lo que nos toca es asistir a remakes recauchutados de lo mismo una y otra vez.

Pero no, creo que hay algunos consejos que no se suelen colar en las listas y que a mí personalmente me han ayudado mucho en mi periplo de guionista. Quizás no sean los más ortodoxos y, evidentemente, no sustituyen a los clásicos «escribe, escribe, escribe» o «para escribir hay que leer» porque son insustituibles, pero tienen su gracia y pueden ser muy útiles.

Venga, al turrón.

Haz ejercicio

¿Esto era una lista de consejos para escribir o para perder grasa? Para escribir, para escribir, pero eso no quita que cuanto menos en forma estés más te cueste realizar cualquier tipo de tarea que suponga un coste energético. ¿Y sabes qué actividad supone un gran desgaste? Toda la actividad cerebral y, dentro de esta, escribir guiones para tebeos.

Salir a correr, ir al gimnasio, hacer pesas, bailar, hacer striptease con una barra, follar como conejos, nadar, saltar a la comba, hacer twerking en el metro, echar unas canastas, jugar al pádel… Da igual, escoge la actividad que más te guste y suda la camiseta.

En mi caso, con 36 años recién cumplidos y 1’62 de estatura pesaba 82 kilos y eso hacía que todo me costase un mundo. Cualquier actividad me suponía un esfuerzo titánico, desde salir del coche a subir unas escaleras o echar una pachanguita con los colegas. Con 37 peso 62, me quité una cuarta parte de mi peso, mejoró mi salud y también mejoró hasta multiplicarse mi producción. Habrá quien diga que no tiene nada que ver, que simplemente ahora tengo más ideas y tengo más suerte porque vendo más proyectos, pero yo tengo muy claro que todo tiene relación, ponerme sanote me ha ayudado a ser mejor guionista.

Medita

Leyendo el ensayo de David Lynch «Atrapa el pez dorado» descubrí que una parte de su proceso incorporaba la meditación trascendental como método para vaciar la mente y así llegar a un espacio profundo en el que capturar las mejores ideas.

Yo no diría que he conseguido tanto, pero sí que es cierto que al practicar la meditación de manera habitual he conseguido mantenerme en un estado mental más equilibrado y eso es beneficioso para la escritura.

Míralo de otro modo. ¿Te apetece escribir mientras atraviesas períodos de estrés o de ansiedad? ¿Crees que es bueno para la historia ponerse con ella mientras estás dándole vueltas a todos los problemas que tienes con tu familia o en tu trabajo? Pues no, no lo es, tan es así, que conozco a varios guionistas que han tenido que abandonar temporalmente la profesión por ser incapaces de seguir escribiendo con la cabeza llena de problemas.

La meditación te ayuda a obtener perspectiva y, sobre todo, a calmar los impulsos y alejar pensamientos negativos. No es necesario que te conviertas en una suerte de gurú tibetano ni nada de eso. Para empezar basta con sentarse en una posición cómoda, cerrar los ojos y tratar de ir abandonando todos los pensamientos que te lleguen. Eso sirve para arrancar y, si le vas pillando el gusto, ya te puedes meter con mantras, musiquillas y toda esa parafernalia. Lo importante es que durante un par de minutos al día trates de relajarte y olvidarte de todo.

Juega al rol

Además de ser un entretenimiento maravilloso, los juegos de rol te pueden ayudar a crear personajes, a generar situaciones de conflicto a trabajar los cliffhangers y a desarrollar tramas y subtramas que se entrecrucen en tus historias.

Y es que el rol te obliga a meterte dentro de un personaje e interpretarlo en todo tipo de situaciones ¿acaso existe una manera mejor de saber lo que siente un personaje que meterse en su piel?

Por eso mi recomendación es que juntes a una buena pandilla y elijáis un juego que os resulte atractivo. Tienes todas las temáticas que quieras a tu alcance. No solo tendrás largas jornadas de desconexión y diversión garantizadas, además aprenderás a asumir un papel determinado y harás lo que todo buen personaje debe hacer en algún momento: tomar decisiones.

Si no puedes juntar a amigos suficientes como para montar una partida, también puedes escoger alguno de los cientos de RPG’S que hay para consolas y ordenador. Elige uno que tenga mundo abierto, cuanto más abierto mejor y acostúmbrate a decidir y a ver como eso va generando una cadena causa-efecto.

Duerme la siesta

Este es otro consejo que parte de un David, pero en este caso no es Lynch, es David Mamet el brillante guionista y dramaturgo. Su recomendación es muy sencilla: duerme un rato después de comer y si tienes algo que no eres capaz de resolver referente a la escritura anótalo antes de acostarte.

De ese modo harás que tu subconsciente se ponga en marcha para tratar de resolver el problema mientras duermes un ratito. Esto no garantiza que al despertarte el problema se haya esfumado o que hayas encontrado la solución perfecta (aunque a veces ocurre), pero sí que al menos habrás conseguido una distensión que te proporcionará un nuevo punto de vista.

La siesta no es solo un consejo de Mamet, también es una recomendación habitual de gente como Greg Pak, Neil Gaiman o Linda Seger, así que si no me haces caso a mí, házselo a ellos que saben algo de eso de escribir. Eso sí, tampoco se trata de echarse siestas de dos horas que te arruinen la tarde, procura no tumbarte más de media hora.

Aprende algo que no esté relacionado con lo que escribes

Como ya sabes, una parte fundamental del trabajo de todo buen guionista es la documentación. Nos sumergimos en un tema hasta que lo dominamos y nos convertimos en pequeños expertos antes de lanzarnos a escribir idioteces sin sentido.

Pues bien, he descubierto que una manera maravillosa de mejorar nuestra fase de documentación y mantener nuestra creatividad despierta, es seguir formándonos en todo momento. Estimular nuestra curiosidad con todo tipo de temas y contenidos.

Por mi parte sigo canales en YouTube sobre conceptos matemáticos, sobre filosofía, sobre música, sobre estudio de las religiones, sobre ciencias ocultas y sobre misterio. Eso no implica que esté escribiendo sobre ello, pero hace que cada poco tiempo piense: «eh, estaría muy bien escribir un guion sobre esto«. La formación es una fuente inagotable de inspiración, cuanto más aprendas más querrás aprender y eso te ayudará a estar despierto y activo en la creación.

Bola extra: mantente lejos de las polémicas del mundillo

Hace un año mantuve una discusión bastante acalorada con un compañero por redes sociales. No era la primera vez que discutía con él, de hecho, cada vez que surgía algún tema polémico, acabábamos enzarzados durante días en una rueda de réplicas y contraréplicas infinita.

Esto me quitó muchas horas de trabajo, muchas horas de formación, muchas horas de documentación y alguna hora de sueño. La mejor decisión que pude tomar al respecto es eliminar a ese compañero de mis redes y alejarme de temas polémicos, sobre todo cuando está claro que un debate se va a alargar.

Desde que lo hice he ganado tiempo y, sobre todo, he ganado equilibrio mental, algo que como ya comentaba más arriba, es fundamental para todo esto.

Por eso, de vez en cuando, abandono unos días las redes para desintoxicarme y para evitar la tentación de lanzar posts incendiarios al ver lo que se comenta en determinados ámbitos de la profesión.

Resumiendo

Cuídate, cuídate mucho en cuerpo y alma, descansa, juega, experimenta cosas nuevas, nunca dejes de aprender y mantente alejado del ruido que pueda intoxicar tu cabeza y tu trabajo. Y, por supuesto: escribe, escribe y escribe, eso no lo olvides nunca.