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¿Sueñan las ovejas con Filéas?

A finales del año pasado se ponía en marcha Filéas, una plataforma francesa en la que todas las que tenemos algún libro publicado en aquel mercado podemos ingresar y consultar los datos de venta de nuestros títulos en los últimos años.

En abril, coincidiendo con la Feria de Libro de París, se abría la primera gran inscripción de autoras para ingresar en la plataforma. Desde entonces se han ido sumando más y más familias del mundo del libro y en las últimas semanas han ido llegando avisos desde editoriales de cómic.

El funcionamiento es sencillísimo. Introduces una serie de datos, mandas una foto del carnet para verificarlos y el sistema detecta de manera automática todos los títulos que estén circulando con tu nombre dentro de su ecosistema.

En este momento las cifras que se ofrecen son semanales y extrapoladas de GfK y permiten hacerse una idea general de cómo ha ido y cómo está yendo un título concreto. A partir de 2026 se pretende ajustar aún más el sistema e incorporar ventas reales efectuadas en librerías.

Su base de datos la sacan de archivos bibliográficos inmensos y cuentan con el apoyo y la participación de asociaciones y sindicatos de editoriales, de librerías, de autoras…

Por si esto fuera poco también involucran a Sofia (sociedad de gestión de derechos) y al Centro Nacional del Libro.

Quizás desde fuera del sector no se comprenda del todo bien qué significa esto, pero si se consigue que funcione de forma precisa y que tenga continuidad en el tiempo supondrá una revolución total en el sector del libro en general y en el del cómic en particular.

Me explico.

Ahora mismo, las autoras solo disponemos de un mecanismo de control con respecto a qué ocurre con nuestras obras desde que las dejamos en manos de aquellos a quienes cedemos los derechos de explotación: los informes de liquidación.

Esos informes, obligatorios por ley al menos una vez al año, nos explican la cantidad de ejemplares que se han fabricado, los que han entrado en distribución, los que se han vendido y los que quedan en stock.

De ese modo podemos saber varias cosas. Por ejemplo:

  • Si una edición está agotada y, por tanto, empieza a correr un reloj de doce meses para poner en el mercado una segunda edición.
  • Si se está haciendo una explotación continua de la obra.
  • Si cuadran o no cuadran las cifras de ventas.
  • Si la cantidad de ejemplares distribuidos va a suponer presencia en el punto de venta o no.

El caso es que… bueno, que… por lo que sea, esos informes muchas veces no llegan. Yo tengo 27 títulos publicados. En 2025 debería haber recibido 23 informes, recibí la mitad. Y, de los que recibí, en varios había errores, no se estaban contabilizando cosas, se «olvidaron» de otras y tuve que cruzar mails con unas y otras editoriales al respecto.

Eso solo sobre el hecho de recibir el informe en sí, pero no olvidemos además que la fuente es única, es decir, te llegue la info que te llegue no tienes nada con lo que contrastar.

La ley prevé que desconfíes de lo que te están diciendo y, llegado el caso, puedes solicitar certificados y documentación de terceros que apoyen lo que te están diciendo desde la editorial.

La realidad es que si no te fías y lo dices pues… te buscas problemillas. Si los problemillas se convierten en problemones no te sale a cuenta denunciar. Es más, si vas a una abogada especialista podrás conseguir herramientas con las que meter presión y tensar y tensar y tensar, pero siempre desde la perspectiva de tratar de evitar un juicio porque será un proceso largo, costoso física y emocionalmente y en la mayoría de casos no compensará en lo económico.

Filéas ya ahora y, sobre todo, la Filéas del futuro, proporciona una herramienta de verificación y de contraste de la información. Por eso es tan importante. La editorial puede decirte que una obra ha vendido 1000 y tú, desde casa, a golpe de clic, sin trámites burocráticos y sin historias, podrás entrar a Filéas y ver si 1000 tiene sentido o no y actuar en consecuencia.

Pero no solo eso, a raíz de tener disponible esa información, en el medio plazo se puede acabar revisando todo el modelo editorial estableciendo, por ejemplo, cifras a partir de las que empiecen a pasar cosas.

Hoy en día ya ocurre cuando las cosas van bien. A partir de que se venden X ejemplares se suele producir un incremento en el porcentaje de royalties que te corresponde. Poder vigilar esa cifra casi a tiempo real es una maravilla.

Y encima pueden marcar nuevas cláusulas, por ejemplo, que te devuelvan los derechos si a partir del segundo, del tercer o del cuarto año de contrato no se consiguen X ventas.

Más allá de todos los juegos que permite la herramienta lo que garantiza es un antes y un después en cuanto a la información veraz que tenemos sobre lo que ocurre con nuestras obras.

Algunas hablamos de algo muy cercano a esto cuando comentamos a qué se debería dedicar la Oficina de Derechos de Autoría comprometida en su momento por el ministro Iceta, recomprometida por el ministro Urtasun y que sigue en el limbo a día de hoy.

Ahora bien, ¿es posible una Filéas a la española? Por supuesto, solo hace falta voluntad de los implicados en la cadena del libro y un empujoncito institucional para ponerlo en marcha.

Los beneficios no son solo para las autoras. Que las editoriales pequeñas y medianas puedan conocer a tiempo real cómo van las ventas de cada título sin tener que esperar a lo que les cuenten, sin tener que hacer grandes desembolsos económicos y, a golpe de ratón, facilita muy mucho el estudio del mercado, las estrategias editoriales y, en el largo plazo, puede ayudar a ralentizar la rueda y desinflar la burbuja porque tengo hoy los datos de hoy y puedo olvidarme de sacar cosas a lo loco porque no tengo ni la más remota idea de cómo van los datos hasta dentro de semanas o meses.

No olvidemos que además en las editoriales españolas de cómic la gran mayoría son empresas de menos de cuatro personas. Tener datos ayuda. Mucho.

Filéas puede fallar. Puede que en algún momento alguien diga que es inasumible, que el coste blablablá, que los datos no son cien por cien fiables porque blibliblí o que simplemente se le retire el apoyo porque patata.

Pero si sobrevive, si consigue pasar un tiempo de establecimiento y normalización, será una buenísima noticia a la que hay que agarrarse como lapa que se engancha en roca. Porque es un modelo a imitar, un ideal que perseguir y un objetivo que podría marcarse nuestra propia industria editorial y la de toda Europa. 

Hay que hablar de Filéas, hay que enseñarla, promocionarla, sugerirla y meterla hasta en la sopa. Y, sobre todo, hay que intentar que incluya un dato importantísimo que ahora mismo no ofrece: las ventas directas realizadas por las editoriales, eso ya la convertiría en la herramienta perfecta porque aportaría una visión casi completa de todo el circuito y porque, una vez más, podría cambiar las reglas del juego y establecer de forma clara un incremento de royalties para los ejemplares vendidos fuera del circuito convencional (que no pasan por distribuidora o librería).

Amiga mía, créeme, no pasarán ni diez minutos desde que se diga «eh, mirad esto que han hecho los franceses» hasta que alguien diga «eso aquí es imposible, estamos a años luz de blablablablablablablablabla».

Parafraseando a Martin Luther King: «prrrrrt isi iquí is impisibli…»

Las cosas que requieren unión y voluntad no son imposibles, solo requieren unión y voluntad.

Algo como Filéas solo aporta luz al mercado, no se me ocurre ni un solo aspecto negativo que pudiese tener algo así. Entonces la pregunta sería:

¿Por qué no se puede conseguir un esfuerzo colectivo por algo beneficioso para todas?