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La búsqueda del guionista

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Antes de nada, quiero informar que ya he hablado con mi abogado porque soy consciente del peligro que corre un dibujante cuando habla de los guionistas, y mucho más si todo lo que diré aquí no es siempre positivo en sentido estricto.

Por otro lado, también es importante dejar claro que en muchos casos más que conclusiones o afirmaciones rotundas, lo que lanzaré serán reflexiones y preguntas al aire que necesitarán de un debate para conocer de verdad si tienen una argumentación sólida detrás.

Puesta la venda, la cuestión que vengo a tratar es lo poco valorados que están, en su casi totalidad, los guionistas de cómics con respecto a sus compañeros los dibujantes. Un hecho incuestionable para mí, pero lo que yo me pregunto es:

¿Qué parte de culpa tienen los propios guionistas?

Hay tantas formas de hacer un cómic como autores en el mundo, pero hay dos muy conocidas en el mundillo comiquero que simbolizan (y recalco lo de simbolizar) la labor del guionista.

Por un lado, tenemos el método Stan Lee. El guionista realizaba una sinopsis de la historia que entregaba al dibujante para que este la desarrollase en 24 páginas.

Después, el guionista hacía las correcciones oportunas y remataba el proceso con los diálogos definitivos.

Y por el otro extremo, tendríamos el método Alan Moore (de su Watchmen, especialmente). El guionista elabora un guion completo en el que se detalla con absoluta precisión todos y cada uno de los elementos que vemos en el cómic, el número de viñetas de cada página, su disposición y su descripción exacta.

El dibujante se dedicará a plasmar en dibujos esa visión.

Los dos métodos de trabajo han generado obras maestras en el cómic, por lo que no es el lugar para hablar de su capacidad de lograr éxito.

Son dos formas extremas, y seguramente hay más mito que realidad en ellas, pero vamos a tomarlas como referencias para reflexionar un poco más a fondo.

Desde mi punto de vista, todo guionista que no siga el método Alan Moore está cediendo trabajo al dibujante y aquí reside el nudo gordiano de la cuestión.

De acuerdo, hacer un cómic es un proceso colaborativo, de equipo, pero si una de los miembros va cediendo poco a poco parte de lo que le corresponde hacer a él, no es justo luego quejarse de que el otro miembro consiga un mayor reconocimiento.

Y antes de quitarme los cuchillos lanzados contra mí, quiero dejar claro que esto va dirigido también a los dibujantes, porque es muy bonita la frase “yo prefiero que me des libertad para hacer la narrativa de la página a mi manera” y luego quejarse de que un dibujante echa más horas de trabajo en una página que un guionista.

Y es que la realidad nos ha acostumbrado a que el dibujante se implique voluntaria y voluntariosamente en muchos aspectos que quizás deberían ser tarea del guionista, provocando que este, poseído por el espíritu de obra en equipo, deje de hacerlos.

Y no, no es necesario eliminar el espíritu de colaboración, sino plantearlo de otro modo.

El guionista puede tener toda la historia montada, las páginas exactas, las viñetas, su forma y su contenido, los diálogos terminados, la descripción de los personajes, cómo se mueven, por dónde… y admitir propuestas de cambio porque hay otra voz que necesariamente ha de interpretar esa información para encajarlo en sus características como dibujante.

Si os fijáis, lo que en el fondo hago es reivindicar el guion en un cómic, por mucho que sea un medio visual. Se suele decir que en un cómic no es imprescindible un dibujo perfecto desde un punto de vista académico y los más claros ejemplos de ello son las tiras cómicas, pues en ellas lo que se busca (en general, siempre en general) es el mensaje. Es decir, el guion.

Y es interesante que pensemos en las tiras como ejemplo de la importancia de la labor de un guionista porque la ausencia de una historia de 20 o 100 páginas no implica que no haya guion.

Por experiencia propia, puedo afirmar que cuando realizaba las tiras de Cacho y perro… y el sinsentido de la vida podía tardar días en cerrar el guion y horas en dibujarlo.

Pero no caigamos tampoco en el error: el número de horas no delimita la importancia de una tarea, si es la única vara de medir que vamos a usar. Demos a cada parte la importancia que tiene, que cada una tiene sus peculiaridades que la harán más difícil y más fácil.

Y ya, para terminar la incitación al odio, me meteré en otro berenjenal.

Hemos terminado el cómic (o propuesta) y ahora toca la promoción, con el envío del dossier del proyecto a editoriales, o si ya ha sido publicado, la asistencia a ferias, presentaciones en librerías, etc. Es curioso, y aquí hablo más por lo que veo que por lo que he vivido en persona, pero suelen ocurrir algunas cosas interesantes:

Es habitual que sea el guionista sea quien se ocupe de la labor de envío del proyecto a las editoriales, que sea él quien lo defienda y que el dibujante se quede en un segundo plano, a la espera de las respuestas.

Tan habitual que casi parece un acuerdo tácito en el mundillo. De repente, el guionista se hace “dueño” del proyecto… ¿Dónde quedó todo ese trabajo enorme del dibujante durante el proceso?

Resulta que echó más horas que nadie y ahora quien lucha por su trabajo es otro. ¿Es quizás una forma indirecta de decir que uno ya hizo de sobra o lo suficiente y que ahora le toca al otro? Como siempre, hablo en general, no de casos concretos.

Al respecto de las ferias, salones y presentaciones es muy habitual escuchar la queja de los guionistas de que es el dibujante quien se convierte en la estrella, pues casi nadie hace o haría cola para que un guionista (sin dibujante) le dedique su cómic.

Es un asunto que merece un post dedicado, pero puede ser interesante preguntarse una vez más qué hace un guionista para ser la estrella del evento. Me explico, en una dedicatoria, un dibujante hace un dibujo pero el guionista suele hacer poco más que una sencilla frase, más o menos tópica, más o menos acertada, más o menos personalizada.

Aquí, por mucho arte que se ponga en el texto, creo honestamente que el dibujante se ha ganado la atención con justicia. ¿Y si el guionista escribiera, por decir algo, un microrrelato? El fan tendría algo único y creado en directo, tal y como hace el dibujante. Y no nos pasemos, se puede recurrir a trucos equivalentes como tenerlos un poco ya preparados de antemano, o hacer pequeñas variaciones, o usar historias conocidas, etc.

Y con esto ya doy por concluido el artículo, volviendo a insistir en que no he pretendido exponer axiomas sino reflexiones con un punto de partida muy claro: siempre es necesario hacer un esfuerzo de autocrítica que complemente a la crítica.

Y por último, como posdata, me gustaría pedir perdón a los entintadores, los coloristas, los rotulistas y al resto de miembros que pueden llegar a participar en la creación de un cómic. Cuando he hablado de dibujante me he permitido una abstracción que englobaría a todos ellos para no emborronar el sentido del artículo.