No, no, no voy a hablar de los Borbones. Y mira que me gusta el tema.
En la primera década de los 2000 abrimos un Centro Social Autogestionado en el barrio. Ofrecíamos talleres, conciertos, biblioteca…
Teníamos cantina, montamos exposiciones e hicimos algunas intervenciones en la zona porque creíamos que la comunidad se hace participando de forma activa en ella.
Nuestra intención era que la gente sintiese que éramos una parte más del vecindario, que se asomasen a ver qué teníamos que ofrecer y, en cierto modo, lo conseguimos, pero solo en cierto modo. Tuvimos momentos en los que se apuntaban las vecinas a un taller de fotografía o venían a pasar el rato celebrando alguna cosa.
Pero también tuvimos momentos en los que si alguien desconocido cruzaba la puerta todas nos girábamos a mirar como si estuviésemos en la más chunga de las tabernas de un spaghetti western. Recuerdo que alguien nos lo dijo, que resultaba incómodo pasarse un día cualquiera y encontrarse allí siempre a los mismos tomándose unas cervezas y hablando de sus cosas.
Tenía razón.
Hace unos días leía un libro que habla de la historia del cómic español y en la parte dedicada al siglo 21 se deja caer que el cambio de sistema de distribución, cuando pasamos del kiosco a la librería especializada, generó cierta endogamia. Y lo cierto es que es así, pero no solo desde ese punto de vista.
Es más, a día de hoy, si tenemos que hablar de endogamia en el mundo del tebeo nacional, no creo que se produzca más en las librerías que en otros sitios, al contrario, tengo la sensación de que las librerías (o algunas de ellas) han conseguido convertirse en espacios abiertos en los que tiene cabida todo el mundo.
Ahora bien, ¿tiene cabida todo el mundo en la autoría? ¿Tiene cabida todo el mundo en la edición? ¿Tiene cabida todo el mundo en los eventos? ¿Tiene cabida todo el mundo en la divulgación? Pues… mira que me gustaría decir otra cosa, pero me temo que no.
Si hay algo que puedo decir de este estupendo sector nuestro, amiga mía, es que tenemos guardianes de las esencias y repartecarnés por todas partes. También tenemos odios enquistados hasta tal punto que se llegan a aplicar criterios por cercanía. Si fulano me cae mal y veo que mengano habla con fulano inmediatamente mengano me cae mal también.
Los grupos endogámicos suelen caracterizarse por un fuerte sentido de pertenencia, por el rechazo y la negación del otro y por la fuerte cerrazón y la necesidad de acreditar vete a saber qué para pasar a formar parte de la tribu. Es cierto que todo el mundo del cómic en España es una tribu en sí misma, pero dentro hay familias con larga tradición y con muchos enfrentamientos entre ellas.
Gatekeeping por aquí, gatekeeping por allá
Hay una frase que llevo escuchando años referida a cómo deben conformarse las asociaciones de autoras: debe acreditarse ser profesional para entrar. Profesional. La palabra clave para acceder a la caverna del mago. Profesional.
Se la he escuchado a gente que saca un tebeo cada década (con suerte). Se la he escuchado a grandes y pequeños, a jóvenes y viejas. Profesional.
¿Qué es un profesional en el mundo del cómic español? Pues ni idea, querida amiga. Antes me esforzaba en tratar de buscarle un significado y hasta participé en algún debate sobre ello. Hay gente que dice de forma muy vehemente que solo se puede considerar a alguien profesional del cómic si vive única y exclusivamente de hacer cómics.
Esa lógica olvida la realidad del mercado, de hecho olvida la realidad de todas las industrias culturales y de una ingente cantidad de profesiones ejercidas por autónomos precarizados como periodistas, dentistas, psicólogos, repartidores y ciento y la madre más…
Pero no contentos con eso te dicen que si el mercado no te puede garantizar tu profesionalización que te vayas al extranjero y si no lo consigues es que no eres lo suficientemente bueno… Claro que sí, «vente pa Alemania, Pepe» del siglo 21.
En la divulgación tenemos otro tanto. A veces en público (y sobre todo en privado) te encontrarás con opiniones que te dirán que lo que hace Mengana o Fulano no es la verdadera divulgación y que no es profesional. Otra vez. Profesional.
Si alguien coge la misma lógica de antes, ¿cuánta gente de la divulgación vive única y exclusivamente de la divulgación de los tebeos? Ni idea, claro.
Incluso entre libreras y libreros escucharás decir de otras libreras y libreros que no son profesionales.
Y a veces hasta se mezclan los ámbitos: autoras opinando de la profesionalidad de libreras, divulgadoras y editoras. Divulgadoras opinando de la profesionalidad de autoras, libreras y editoras… y así en todas las variables que se te ocurran.
¿Por qué? Porque esto es el tebeo español y sustituimos el análisis por el cotilleo y porque nos entusiasma mucho más echarnos un rato rajando de Paco o de Luis que tratando de sumar gente a la causa.
Las ventanas están cerradas. Muy cerradas. Hace apenas unos días, con el tema de las ayudas, salió propuesta para recibir una subvención una conocida periodista y escritora. Se puso el grito en el cielo, se dijo que eso no podía ser y se comparó, ojo, cuidao, con lo del premio de Barcelona a Antonio Martín.
Nada menos.
¿Decían las bases que solo se podía presentar gente que hubiese hecho un cómic? No. ¿Deberían haberse interpretado en ese sentido? No lo sé, lo que está claro es que teniendo un poco de contexto quizás se hubiese entendido todo mucho mejor.
Hasta el año 2024, si eras autora de cómic y querías presentarte a unas ayudas a la creación del ministerio la única alternativa que tenías era presentarte a las de creación literaria. Para participar en ellas había que acreditar con un contrato el haber publicado antes al menos una obra. Una obra en cualquiera de los campos: novela, novela corta, ensayo, obra de teatro, poemario, cómic…
Eso significaba que si podías acreditar haber hecho un poemario podías presentar tu proyecto de cómic. Si acreditabas haber hecho una obra de teatro podías presentar tu proyecto de cómic. Y así sucesivamente. Es decir, no tenías que acreditar haber hecho un cómic para presentar tu proyecto dentro de la categoría cómic. ¿Por qué? Porque desde la administración convocante se considera que todo ello forma parte de la «creación literaria» y, por tanto, cualquiera que haya escrito una obra en cualquiera de los campos demuestra solvencia suficiente como para escribir cualquier otra obra dentro de ese mundo.
¿Eso es así? Ni idea, yo he escrito novelas cortas, obras de teatro, cómics, películas, y cada cosa se escribe de formas muy diferentes, pero le podemos llamar escribir a todo.
La convocatoria de ayudas al cómic de 2025 se pone en marcha desde el mismo sitio que las ayudas a la creación literaria y para ese punto de las bases no solo se hizo un corta y pega en la forma, también en el fondo. Si demostrabas tener créditos en alguna obra publicada dentro de lo que desde el ministerio se considera obra literaria ya era suficiente.
Esto se preguntó directamente al ministerio incluso antes de que se lanzasen las bases de forma oficial y se confirmó que era así y que les parecía lo más lógico del mundo.
¿Me parece a mí lo más lógico? En absoluto.
Exigir tener una obra publicada me parece una equivocación porque deja fuera a muchísima gente. Me parece mal en las ayudas al cómic, en las ayudas a la creación literaria y en las ayudas a la escritura cinematográfica. Las convocatorias, cuando hay dinero público de por medio, deben ser lo más abiertas e inclusivas posible, sacarte de un plumazo a todos los aspirantes es una malísima idea.
«Es que entonces la comisión de valoración sería inasumible porque se presentaría muchísima gente». Eh… podría entenderlo en determinadas iniciativas, pero ¿inasumible? ¿Con un ministerio detrás? No sé…
Ahora bien, ¿es comparable con lo de Antonio Martín? Bueno… a Antonio Martín se le concedió un premio a toda la trayectoria en un galardón reservado a la autoría ejercida de manera continuada durante un porrón de años y, para dárselo, hubo que retorcer el lenguaje de tal modo que tuviese un encaje. Pero lo peor ni siquiera fue eso (siendo ya malísimo), lo peor fue considerar que Antonio Martín tenía una trayectoria digna de reconocimiento.
Aquí estamos con un claro problema de gatekeeping, le están dando la ayuda a «una que no es de los nuestros». Da igual si cumple o no cumple las bases. Da igual que se explique que sí más allá de si están bien o mal formuladas. Todo eso no importa, el único motivo para reclamar es que «no es una de las nuestras» y eso es imperdonable (y encima tiene un perfil ideológico determinado y eso, por lo que sea, también molesta a algunos).
Es una afrenta porque penetra en nuestra plácida burbuja. No nos basta con odiarnos entre nosotras, hemos de odiar también a cualquiera que pretenda entrar «desde fuera».
Los puntos del carnet
Hace 11 años, cuando empecé en todo esto, creía que el hecho de publicar un cómic me daba acceso a determinadas cosas, pero qué va, nada más lejos de la realidad. Ni haciendo uno ni haciendo veinticinco. Soy de Vigo y nunca me dieron el carnet de Banda Deseñada Galega. Da igual si estuve en la organización de diferentes eventos desde 2016. Da igual si se han traducido tebeos míos a nueve idiomas. Todo eso no importa para formar parte del club porque la gente de la puerta no me deja pasar.
Pedí algunos otros carnets y me los negaron, me dijeron que no podía ser. Da igual si has hecho más o menos.
Pero esto es anecdótico, ni me quita el sueño ni me importa lo más mínimo. Es solo una muestra más de que todos nos hemos formado nuestras pequeñas familias y establecemos una serie de requisitos. Yo también, el primero. Y no son ni siquiera requisitos para entrar, son para ganarte nuestro respeto y nuestra consideración porque, de primeras, no tienes ni una cosa ni la otra.
Te jodes.
Por ser un recién llegado.
«Pero yo llevo en esto mogollón de años, hice esto y esto y esto otro»
Mentira.
Yo no te conozco. No eres nadie.
¿Están claros los baremos para poder formar parte de una u otra familia de los tebeos? Clarísimos, tienes que caer bien a la gente adecuada. ¿Quieres entrar en la caverna de los tebeos? Pues más te vale que odies a la gente adecuada. ¿Quieres unirte a la pandilla de los guays? Será mejor que te prepares bien las pruebas.
Imagino que en todos los grupos humanos acaba pasando algo parecido, claro, es en cierto modo inevitable.
Eso sí, estaría bien, de vez en cuando, darnos cuenta de que estamos actuando como una familia nobiliaria aquejada ya de un montón de taras genéticas, quizás así tengamos la precaución de abrir bien las ventanas, levantar la cabeza del ombligo y celebrar que haya gente «de fuera» que esté interesada en formar parte de «lo nuestro».